El destino de los restos del escritor será el Cementerio Civil de Larache, donde está enterrado un escritor que Goytisolo admiraba, el francés Jean Genet, como él mismo homosexual declarado, enamorado del mundo árabe y con un aura de escritor maldito en las letras francesas.
Goytisolo sufrió un ictus el pasado marzo, que se añadió a una fractura de fémur sufrida el año anterior, lo que le hizo perder mucha movilidad en los últimos tiempos, en los que solamente salía de su casa en la medina (ciudad antigua) para tomar un té en la plaza Yamaa al Fna que tanto ayudó a dar a conocer en el mundo.
Goytisolo vivía en una casa antigua de la medina, que como es corriente en la ciudad disponía de un patio interior donde crecían un naranjo y un limonero que proveían sombra. Bajo su copa se sentaba el escritor; en el piso de arriba, disponía de una enorme biblioteca personal y una oficina donde escribía.
Pero en los últimos años, Goytisolo ya casi no podía escribir, y en sus colaboraciones periodísticas o literarias era ayudado por Ricard Parise, un amigo personal también residente en Marrakech y que hoy fue el primero en transmitir la muerte del premio Cervantes.
“La ciudad ha perdido a un gran escritor, que eligió vivir entre nosotros, y los marrakechíes estaban contentos de tenerlo como vecino”, dijo a Efe el alcalde de Marrakech, Mohamed Belqaíd.
“Desgraciadamente, la ciudad no dispone de un ‘cementerio compartido’, por lo que tendrá que ser enterrado fuera de la ciudad”, añadió el alcalde.
Efectivamente, Goytisolo, descreído declarado de todas las religiones, había dejado clara su voluntad de ser enterrado en Marruecos, pero no en un camposanto católico. Eso dejaba muy pocas opciones, pues casi todos los cementerios son musulmanes o judíos, y algunos pocos cristianos.
Sin embargo, en Larache existe un Cementerio Civil, que la familia de Goytisolo ha considerado que será “la mejor opción” para que reposen los restos del escritor, según dijeron a Efe las fuentes consulares.
Así, el cadáver del escritor catalán saldrá en la mañana por la mañana desde Marrakech para recorrer los más de 500 kilómetros hasta Larache, donde el Cementerio Civil se levanta en una colina que mira al océano Atlántico.
El alcalde de Marrakech lamentó no haber podido ofrecer un homenaje en vida a alguien que “conocía tan bien el patrimonio material e inmaterial de la medina”.
Era más que eso: fue su empeño personal el que hizo que la famosa plaza de Yemaa al Fna, centro geográfico, espiritual y mágico de la ciudad, fuera declarada Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO en 2001.
Goytisolo era muy apreciado en la medina de Marrakech, y cuando salía de su casa era saludado efusivamente por sus vecinos, que sí sabían cuánto debían al escritor.
Sin embargo, estaba muy alejado del ruido mediático y del bullicio que acompaña a la ciudad más turística de Marruecos, que cada año visitan cerca de cinco millones de personas.
El nuevo Marrakech de boutiques “fashion”, de galerías de arte, de grandes hoteles y de discotecas a la última moda no tenían mucho que ver con Goytisolo, que prefirió compartir su vida con el Marrakech más auténtico de la medina, que también está siendo invadido por los turistas gracias a los numerosos “riads” rehabilitados.
Sentado en una silla de ruedas, bajo la sombra del naranjo y el limonero, Goytisolo ha consumido los últimos días en el lugar que él eligió. En su última visita al hospital, y contra la opinión de los médicos, exigió regresar a su propia casa. Quería morir en paz.