El atacante de la joven fue condenado a cadena perpetua el año siguiente de los hechos.
El responsable en cuestión, Eric Alexander, fue despedido posteriormente. Alexander “ya no forma parte de la empresa”, dijo un portavoz de Uber a la AFP el jueves, sin especificar las razones de su partida, ni su fecha.
Este nuevo quiebre en Uber llega cuando la empresa está en crisis desde hace meses, acusada por algunos empleados de tolerar una cultura machista, violenta y de libertinaje.
Despidos y renuncias en serie
Uber, que ha emprendido una amplia investigación interna de estos asuntos, informó el martes que había despedido a 20 empleados, después de 215 quejas en el seno de la empresa referidas a acoso sexual o discriminación.
El director técnico del grupo, Amit Singhal, fue forzado a renunciar a finales tras ocultar la queja por acoso sexual que le había dirigido Google, su empleador anterior.
Otro funcionario, Jeff Jones, dejó su cargo en marzo, unos seis meses después de haber sido contratado por Uber, por desacuerdos sobre la estrategia del grupo.
Ante esta avalancha de polémicas y deserciones, la empresa con sede en San Francisco anunció en los últimos días la contratación de dos mujeres en un intento de mejorar su imagen: una profesora de economía de Harvard, Frances Frei, y una exjefa de mercadeo de Apple, Bozoma San Juan.
“Sé dónde me estoy metiendo”, declaró esta última en una entrevista con el sitio especializado Recode en referencia a las muchas controversias que rodean a la compañía, afirmando que quiere mejorar la imagen de la marca Uber.
Pero para el analista Robert Enderle (Enderle Group), el “mayor problema” de Uber es financiero. En 2016, el grupo perdió 2.800 millones de dólares, en un volumen de negocios de 6.500 millones.
Según Enderle, es “difícil resolver problemas mientras la empresa pierde tanto dinero” y mientras su CEO Travis Kalanick permanece en su lugar. “Parece que la mayoría de los problemas vienen de él”, opina el analista.
Kalanick, con reputación de personalidad impetuosa, tendencia a la confrontación y facilidad para bromear sobre sus conquistas femeninas, tuvo que presentar unas humillantes disculpas en marzo después de un altercado con un conductor de su propia compañía. “Es la primera vez que lo admito, necesito ayuda a nivel de gerencia y tengo intención de recurrir a ello”, dijo.
Otra preocupación para Uber: sobre el grupo pesa una demanda por un asunto de robo de tecnología.
En febrero, Waymo, la filial de Alphabet (Google) a cargo del desarrollo de coches autónomos, acusó a uno de sus exdirectivos, Anthony Levandowski, de haber robado información técnica cuando se separó de la empresa para fundar su propia compañía, Otto, posteriormente adquirida por Uber.
Uber anunció a fines de mayo que había despedido a Levandowski, acusándolo de no querer cooperar con la investigación que se abrió como resultado de este litigio.
Software espía
También en el frente legal, el gobierno de Estados Unidos abrió una investigación penal contra Uber, bajo sospecha de haber utilizado un software para que sus conductores eviten ser detectados por las autoridades de las áreas donde sus coches no pueden trabajar.
Presente en 500 ciudades en el mundo, Uber enfrenta con regularidad problemas legales con sus conductores (mal pagados en Nueva York), con los taxis (en Argentina, Francia, Polonia, España…) o con las autoridades de los países pertinentes.
En mayo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea estimó que Uber debe tener licencias y autorizaciones tal como los taxis regulares para poder ejercer, cuestionando el modelo de negocio del grupo.
Uber, que comenzó en 2010, no cotiza en Bolsa pero está valorada en 70.000 millones de dólares, de acuerdo con la captación de fondos entre los inversores.
Por ahora domina el mercado, pero su competidor Lyft, fundado en 2012, juega la carta de empresa “modelo” y multiplica las asociaciones con fabricantes de automóviles y diseñadores de software.