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Johnson pide “voluntad colectiva” para llegar a un nuevo acuerdo de “brexit”

El primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, pidió hoy un esfuerzo de "voluntad colectiva" a la UE y a la oposición en Reino Unido para conseguir un acuerdo que permita al país salir del bloque el 31.10.

Boris Johnson, primer ministro de Gran Bretaña. (Reuters/Parliament TV)

Boris Johnson, primer ministro de Gran Bretaña. (Reuters/Parliament TV)

En una intervención en la Cámara de los Comunes, este jueves (3.10.2019), Johnson defendió la propuesta que remitió el miércoles a Bruselas para sustituir la polémica salvaguarda destinada a evitar una frontera física en la isla del Irlanda tras el “brexit”, que calificó de “constructiva y razonable”.

Dijo que si no se llega a un pacto tras el “intento genuino” de su Gobierno de “romper el cisma”, “será responsabilidad de todos” y se demostrará una carencia de “sentido de Estado”.

Johnson reiteró su intención de salir de la UE a finales de este mes, con o sin pacto, para cumplir con el resultado del referéndum de 2016, pese a que hay una ley que le obliga a solicitar una prórroga de las negociaciones si no hay consenso para el 19 de octubre.

El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, rechazó de inmediato el plan gubernamental y criticó que “es una mezcla de medidas que han sido rechazadas antes”, las cuales rebajarían los estándares en el Reino Unido y pondrían en peligro el proceso de paz en Irlanda del Norte.

Añadió que la visión de Johnson para la futura relación comercial con la UE comportará un “deterioro de los derechos”, equivalente a un “brexit’ al estilo de Trump”.

El jefe del Gobierno conservador envió ayer a Bruselas sus propuestas para sustituir la salvaguarda irlandesa, a fin de llegar a un acuerdo para la salida del Reino Unido del bloque en el Consejo Europeo de los días 17 y 18 de octubre.

Esta salvaguarda, destinada a evitar una frontera física entre el territorio británico de Irlanda del Norte e Irlanda tras el “brexit” -que perjudicaría la economía y el proceso de paz-, fue el escollo que impidió que el Parlamento aprobara el tratado que negoció la anterior primera ministra, Theresa May.

El plan del Gobierno de Johnson, que ha sido recibido con reticencias por Dublín y Bruselas, contempla que, en ausencia de un pacto comercial bilateral al fin del periodo de transición posterior a la salida, Irlanda del Norte mantenga las normas del mercado único para bienes, preservando así la fluidez de las transacciones con Irlanda.

Sin embargo, todo el Reino Unido abandonaría la unión aduanera (necesario para que este país pueda negociar acuerdos comerciales con terceros), lo que crearía la necesidad de imponer algún tipo de control aduanero entre Irlanda del Norte y su vecina del sur y entre la provincia británica y Gran Bretaña, que tendría un régimen regulatorio distinto.

Johnson propone que estos controvertidos controles se efectúen electrónicamente y en centros alejados de la frontera irlandesa, lo que ven con recelo Irlanda, la UE y la mayoría de los partidos norirlandeses, salvo el DUP, aliado del Gobierno “tory”.

Otro punto controvertido de la propuesta es que plantea que la Asamblea autonómica norirlandesa, que es de poder compartido entre unionistas y republicanos y está suspendida por discrepancias desde 2017, tenga competencias para decidir si la provincia adopta o no el régimen regulatorio alineado con el mercado único.

Aparte de que la UE difícilmente cederá esa soberanía, los republicanos del Sinn Féin, proeuropeos, temen que sus rivales del Partido Democrático Unionista (DUP), pro-británicos y pro-“brexit”, veten esas medidas.

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