Deporte Nacional

María José Orellana: “Renunciar al voleibol de playa no ha sido opción” 

María José Orellana esperaba turno para jugar contra Nicaragua, era el Centroamericano de voleibol de playa, en el Campo Marte, el sol estaba radiante,  un día idóneo para  este deporte que muestra sacrificio, entrega y belleza.

María José Orellana se ha propuesto luchar para asistir a los Olímpicos de Tokio 2020. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

María José Orellana se ha propuesto luchar para asistir a los Olímpicos de Tokio 2020. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

La atleta nacional  está acostumbrada a este ambiente. Ropa pequeña, cuerpo bronceado y lentes para sol, además de las largas jornadas en busca de sobresalir, de ser siempre la mejor  y representar   a Guatemala.

El voleibol de playa no es solo el partido, los entrenamientos y aplausos para María José, sino toda una vida de experiencia, de buenos y malos momentos, de lesiones, frustraciones y satisfacciones. Son ya 25 años, algo que ella no puede creer.

“Qué rápido pasa el tiempo”, dice mientras ríe al recordar las ocasiones que ha pensado dejar el deporte. Sin embargo,   a sus 36 años esa no es opción, pues se ha propuesto clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 junto a su hermana   María Andrea.

Sentada en una banca del Campo Marte, aún con la adrenalina del triunfo de ese día contra Honduras, Orellana comparte su vida con el voleibol, que le ha llevado a residir en San Diego, California, Estados Unidos, donde trabaja como entrenadora y juega en la Liga Profesional de ese país.

Confiesa que no le gustaría estar en los inicios de su carrera por lo difícil que fue, pues  no existía ningún precedente de éxito. Hubo gente que le dijo en repetidas ocasiones que se retirara, le insistían que dejara el deporte y estudiar, pero buscó la forma de combinar ambas y vivir su pasión al máximo.

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Por momentos se sintió culpable de vivir un sueño que parecía imposible.  “Tuve mis épocas difíciles, donde pensaba en la opción de un trabajo de oficina, sin embargo, me mantuve firme y sin ser rebelde me fui a Estados Unidos”, dice.

Las cosas en ese país no han sido fáciles,  en especial porque la trayectoria como atleta en Guatemala se pierde entre los cientos de jugadores de buen nivel. Así  que  ha tenido que ir ganando terreno tanto en lo laborar como en lo deportivo.

En la actualidad, Orellana juega en el Tour Profesional de Estados Unidos y es entrenadora en el club San Diego Beach Volleyball, que está conformado por más de 75 niños y jóvenes, quienes al mismo tiempo que aprenden el deporte compiten en una liga todos los fines de semana.

Aspecto cultural

Después de una larga experiencia en el voleibol, compartir con diferentes realidades deportivas —como es el caso de Estados Unidos—, Orellana cree que el problema en Guatemala es que el deporte no está atado a la educación.

Las promesas se van perdiendo, debido a que no hay mayores oportunidades a nivel profesional por falta de una base en el deporte.

“La estructura en Estados Unidos es millonaria, las federaciones invierten casi nada. Los padres son los que pagan los clubes privados para entrenar todo el año y cuando se acerca un evento internacional, los atletas son convocados con una semana de anticipación”.

Orellana también forma parte de una empresa de reclutamiento de universidades en Estados Unidos, que tiene como objetivo ayudar a jóvenes en ese país y de Guatemala a ubicarse. “Las oportunidades de salir al extranjero con becas existen, hay que buscarlas porque no caen de la noche a la mañana”, dice.

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Momentos dorados

María José da una mirada al pasado. Se acomoda en esa banca en el Campo Marte y se pone una gorra para protegerse de los rayos del sol. “Mis papás siempre nos involucraron en el deporte. Hice gimnasia olímpica, natación, softbol y atletismo, pero fue a los 9 años que conocí el voleibol y ya nadie me sacó”, cuenta mientras ríe.

La deportista es la mayor de tres hermanas, Nora María y María Andrea, quienes han tenido el ejemplo de sus padres Nora Aragón y Julio Orellana, pues ambos fueron seleccionados de voleibol de salón. Una familia unida por el deporte.

En el ciclo olímpico, la experimentada deportista ha tenido un gran recorrido. Su primera aventura la tuvo en los Juegos Centroamericanos de San Padro Sula 1997, donde participó junto a su madre Nora con la selección de voleibol de salón.

En Juegos Panamericanos se ha convertido en la atleta que más Juegos ha disputado —cuatro—. La primera ocasión fue en los de Santo Domingo, República Dominicana 2003, junto a Silvana Rivera –quinto lugar-, cuatros años después estuvo presente en Río de Janeiro 2007 con Lourdes Ramírez –novena posición-, mientras que en Guadalajara 2011 volvió a tener como pareja de Lourdes.


En la edición de Toronto 2015, María José había clasificado junto a su hermana María Andrea, quien no  logró asistir debido una ruptura total de ligamento cruzado anterior sufrida en el Mundial de Voleibol de Playa, en Holanda, pero jugó junto a Blanca Recinos.

El rostro de la mayor de las Orellana cambia al recordar ese difícil momento en su vida en Holanda. “Lo de mi hermana es un caso especial. Estaba en los Panamericanos de Guadalajara, en el 2011, y ella me dijo que en cuatro años estaría conmigo en Toronto. De la nada tuvo una impecable evolución, pero lastimosamente por la lesión no pudo asistir”.

Ahora el sueño de María José es  participar en el ciclo olímpico que termina en Tokio 2020 junto a su hermana menor María Andrea. “Claro que está en mis planes. El sueño de estar en unos Juegos Olímpicos sigue intacto”, expresa mientras que asegura sentirse en la mejor condición física, lejos de lesiones tras superar dos cirugías de rodilla, la última en el 2012.

María Andrea, también seleccionada nacional, reside en Estados Unidos y se entrena y juega con el equipo de la Universidad de Luisiana, pues está consciente que la única forma de mejorar el nivel es entrenando fuera de Guatemala por el roce y recorrido que permite.

De lo mejor

Decir 25 años en el voleibol se escucha fácil, pero para María José han sido una y mil batallas. Navegar contra la corriente, el hacer oídos sordos y luchar por mantenerse firme en esa pasión que hizo suya a los 9 años.

Nada ni nadie le podrá quitar los grandes momentos en su carrera, como los tres títulos de campeona centroamericana de playa, además de haber clasificado y jugar el Mundial organizado por la FIVB, en Holanda. “El estar en ese Mundial fue algo grande”, comenta.

“Acá estoy y seguiré hasta que se pueda. El voleibol es una linda pasión en la que quiero estar siempre”, señala María José.

María José Orellana en una acción en el Centroamericano de Voleibol.
María José Orellana en una acción en el Centroamericano de Voleibol.
Orellana cumplió 25 años en el voleibol de playa.
Majo Orellana y Blanca Recinos han sido pareja en los últimos años.
Orellana y Recinos festejan en el pasado C.A. en el Campo Marte.
Majo en una acción durante la Liga de voleibol de Estados Unidos.
Majo en una acción durante la Liga de voleibol de Estados Unidos.
La atleta nacional junto al grupo del club San Diego Beach Volleyball.
La atleta nacional junto al grupo del club San Diego Beach Volleyball.
La guatemalteca en una acción en la Liga de Estados Unidos.
La guatemalteca en una acción en la Liga de Estados Unidos.
María José y María Andrea Orellana en el Mundial de Holanda en el 2015.
María José y María Andrea Orellana en el Mundial de Holanda en el 2015.
Nora María, María Andrea y María José Orellana han sido amantes al deporte.
Nora María, María Andrea y María José Orellana han sido amantes al deporte.

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