La plataforma de difusión de contenidos por internet, que en sus orígenes se limitaba a enviar DVD por correo a sus clientes, se convirtió en pocos años en una opción casi indispensable para los aficionados a las películas y las series de televisión.
BBC NEWS MUNDO
Por qué si Netflix es tan exitosa tiene una deuda de miles de millones de dólares
Superados los 100 millones de suscriptores y con sus acciones bursátiles en constante ascenso, todo parece sonreírle a Netflix.
Las cifras hablan por sí solas:
- A mediados del pasado julio, Netflix alcanzó los 104 millones de suscriptores, un 25% más que el año pasado y casi el cuádruple que hace 5 años. Casi la mitad de ellos están fuera de Estados Unidos.
- Sus series y películas suponen más de un tercio de las descargas de internet en hora de máxima audiencia en EE.UU.
- Sus más de 50 series originales consiguieron 91 nominaciones a los premios Emmy de la televisión este año, sólo por detrás de la cadena por cable HBO.
Pero no todos los números son tan positivos.
El diario Los Angeles Times publicó esta semana una investigación en la que dice que la empresa acumuló unos US$20.540 millones en deuda a largo plazo y en obligaciones de pago por derechos de distribución de contenido.
Reacción de Netflix
Netflix no está de acuerdo con la visión presentada por el periódico estadounidense.
En un comunicado enviado a BBC Mundo, la plataforma niega tener una deuda de US$20.000 millones:
“La nota de Los Angeles Times calcula nuestra deuda de forma errónea al contabilizar nuestras obligaciones de difusión (por ejemplo, los contratos de contenido con los estudios) como US$15.700 millones de deuda pero no es así.
“La cifra correcta es una deuda total de US$4.800 millones (nuestro valor de mercado es de US$75.000 millones).
“Los US$15.700 millones son gastos por contenido futuro que aparecen en el estado de cuentas. Cada cadena de cable y plataforma de difusión con acuerdos de derechos de distribución utiliza la misma estructura.
“Como punto de referencia, Disney/ESPN tiene US$49.000 millones en compromisos similares por contratos deportivos”.
Grandes gastos
Más allá de las diferencias sobre cómo contabilizar esos millones de dólares, lo que queda claro es que Netflix está invirtiendo dinero a un ritmo trepidante.
Se espera que sus gastos netos este año asciendan a US$2.500 millones por US$1.700 millones del año pasado.
Recientemente trasladó su sede en el sur de California a un edificio de 14 pisos en pleno Hollywood, en Los Ángeles.
El hecho de que sus acciones sigan subiendo indica que, por el momento, a los inversores no les parece mal este patrón de gasto.
Para ellos, la lógica es que “hay que gastar dinero para poder hacer dinero”.
Pero algunos expertos de la industria advierten del peligro de que se cree una burbuja que puede estallar si Netflix no logra producir suficientes series de éxito que atraigan a nuevos suscriptores.
“Nadie es nunca el jugador dominante para siempre”, le dijo a Los Angeles Times Mike Vorhaus, presidente de Magid Advisors, una consultora de medios.
“Creo que necesitarán algo de suerte para no ahogarse en la deuda en caso de que se reduzca el ritmo de crecimiento”.
No tan “originales de Netflix”
Como la propia compañía reconoce, una gran parte de los gastos de Netflix se destinan a los derechos de distribución de contenido de series de televisión, programas de animación y películas.
Muchos de los productos más populares y aclamados de Netflix son adquisiciones de otros estudios pese a ser difundidos como “Originales de Netflix”.
De hecho, muchos de los programas más conocidos de Netflix no son en realidad hechos por Netflix.
La serie Orange Is the New Blackes una producción de Lionsgate, mientras que House of Cards procede de Media Rights Capital, un estudio independiente de cine y televisión.
The Crown es una producción de Sony Pictures Television, mientras que Iron Fist es una creación de Marvel.
Netflix paga una cantidad sin revelar en licencias por los derechos exclusivos para difundir estas series.
Favorecer la producción propia
La empresa quiere cambiar esta tendencia y, según los directivos, el objetivo es incrementar un 50% la producción de contenido propio.
“Hay mucho capital adelantado y después recibes un desembolso a lo largo de varios años”, explicó el director Reed Hastings en una reciente llamada con los inversores.
“La ironía es que cuanto más rápido crezcamos y cuanto más rápido aumentemos la producción propia, estaremos más atados al flujo de efectivo disponible”.
Como resultado, Netflix reconoce que prevé “tener un flujo de efectivo negativo durante varios años”, lo que se traduce en que la deuda seguirá creciendo, al menos a corto plazo.
La estrategia de la compañía es invertir más y más en series de producción propia como la exitosa Stranger Things y A Series of Unfortunate Events.
Crear nuevo contenido es además esencial para competir con rivales como Amazon, YouTube, Hulu y las cadenas de televisión.
Sin embargo, para Hastings esta competencia no es la principal preocupación.
“El hecho de que cada servicio produzca contenido original y exclusivo significa que no somos sustitutos entre nosotros sino complementarios”, sostiene.
Expansión internacional
Para Wall Street, el aumento de suscripciones es el indicador clave del estado de salud de Netflix.
Conforme el mercado estadounidense se vaya saturando, los directivos tendrán más presión para buscar nuevos usuarios fuera de sus fronteras.
Producciones como la película surcoreana Okja y la serie “3%” de Brasil están diseñadas para apelar tanto a la audiencia local como a los espectadores repartidos por el mundo.
La empresa no puede entrar en China por obstáculos regulatorios pero tiene su mirada puesta en Asia.
“Nos estamos expandiendo en India, Japón. Lo vamos estudiando mercado a mercado”, les dijo Hastings a los inversores.
Netflix ha elegido la deuda como su método preferido también para financiar estas ambiciones globales.
El tiempo dirá si la apuesta por el endeudamiento con miras a un futuro de expansión internacional y mayor producción propia rinde los frutos que Netflix busca o si, como temen los más pesimistas, estamos ante una burbuja que terminará por estallar.