Recientemente equipó un laboratorio de computación, con la ayuda de la organización Viamistad, para enseñar a niños con discapacidad. Su objetivo era abrir un café internet, pero efectuó las gestiones en una empresa de telefonía para que le brindaran el servicio, pero hasta el momento no se lo han autorizado.
Apoyo incondicional
“Él nació con parálisis cerebral, a los dos meses me enteré. Los médicos no tenían certeza de cuándo caminaría. Asistí a Fundabiem y allí me ayudaron en su rehabilitación”, comentó Susana Chicojay, mamá del joven.
Para Susana fueron años difíciles. “Sufrimos con él, pero gracias a Dios hemos salido adelante. Siempre buscamos la oración y temíamos que no pudiera leer, que no pudiera desenvolverse por sus propios medios, pero creo que fue nuestro Señor quien hizo la obra”.
La progenitora relató que a los 12 años su hijo pudo caminar. Además, fue inscrito en un establecimiento de Educación Especial.
“Dios no nos abandonó. Fue un momento maravilloso cuando lo vimos caminar, siempre voy a estar agradecida con Dios, porque Él fue quien ayudó a que aprendiera a leer, aunque la escritura le cuesta”, explicó Susana.
“Para el Día de la Madre escribió en su computadora: Gracias mamá por lo que has hecho por mí, es impagable lo que he recibido”, recuerda entre lágrimas.
La madre de Osiel soportó lluvia y sol para llevarlo a sus clases o a donde él quisiera. “Estoy agradecida con Dios que caminó, porque ahora no podría llevarlo a ningún lado, porque los años pesan”, destacó.
Osiel logró graduarse de sexto primaria y aunque su sueño era obtener el título de maestro, no lo pudo conseguir. Asistió a clases de computación y aprendió a desempeñarse de mejor manera.
Campamento de ayuda
La organización Viamistad trabaja con personas con discapacidad y brinda campamentos a las personas, para que salgan de su entorno y convivan con otras personas.
Sarah Peller, directora de la organización, explicó que el proyecto empezó como Campamento Kikotimaal en 2006, pero en 2014 se creó Viamistad para expandir el apoyo a las personas.
Kikotimaal se encargaba de reunir a personas con discapacidad, en la que impartían charlas educativas. Ese fue el punto de partida para Osiel, debido a que Peller buscaba personas para el campamento, le hizo la invitación y aceptó.
“Sarah buscaba a niños para el campamento. Gracias a Dios lo encontraron. Lo ayudaban con útiles”, manifiesta Susana.
“En el campamento nos dedicamos a crear oportunidades para nuevas experiencias como viajes, aventuras, amistades y colaboraciones en proyectos. Aprovechamos la música, yoga, deporte y representaciones dramáticas. Pasamos una semana en el Lago de Atitlán, otro en la playa”, comentó Peller.
Durante su fundación, Viamistad colaboró con Salvador, un joven de Santiago Atitlán, Sololá, quien necesitaba una silla de ruedas para movilizarse.
Al año siguiente apoyaron a Rodney, quien padecía de neumonía. Se le brindó la atención necesaria, pero falleció hace dos meses, en su natal San Antonio Aguas Calientes.
En el 2017, contribuyeron al proyecto de Osiel, quien quería emprender su propio negocio y se le equipó su laboratorio de computación.
Preocupación
A pesar de haber inaugurado su laboratorio de computación, Osiel junto a su madre están preocupados, ya que la empresa de telefonía no ha brindado el servicio de internet.
“Me siento contenta, porque gracias a Dios ellos les están dando esa oportunidad para que crezca. Pero la empresa a la que se le solicitó el internet no quiere brindarle el servicio. Me preocupa, porque él está entusiasmado, pero es triste que se niegue esa oportunidad, lo vemos como discriminación”, lamenta la madre.
Peller reaccionó ante las dificultades que ha tenido para comenzar el café internet. “Primero dijeron que no tenían cobertura, después que la firma de él no era legible. Son muchos obstáculos que están poniendo”.
“Lo veo como una discriminación. Ahora están solicitando más requisitos de los que ya cumplimos. Me preocupa porque no puedo abrir mi café internet”, dice Osiel.
La madre del joven refirió que a pesar de los pocos recursos que tienen para vivir a diario, buscan la forma de salir adelante.
“Mi esposo es jornalero. No alcanza lo que gana. Osiel depende de nosotros, porque necesita ropa, zapatos, pero a veces no puedo darle lo que pide”, señaló la señora en su vivienda, construida con blocs y concreto.