Sin embargo, se pensaba que cualquier precipitación de nieve procedente de esas nubes se produciría de manera lenta y no en forma de rápidas tormentas descendentes.
Los expertos usaron para sus cálculos un modelo numérico de simulación de la atmósfera de Marte.
Ese modelo reveló que la inversión de temperaturas puede provocar el enfriamiento de las partículas que forman las nubes de hielo y crear unas condiciones de inestabilidad dentro de la nube que provoquen la caída de columnas nieve.
“Esas turbulentas tormentas, que solo pueden formarse de noche, mezclan enérgicamente la atmósfera y, en algunos lugares, dejan caer nieve sobre la superficie marciana” , indica.
La atmósfera marciana es 95 por ciento de dióxido de carbono (también presente como hielo seco congelado), junto con dos por ciento cada argón y nitrógeno, con trazas de oxígeno, óxido de nitrógeno, neón y criptón.
Una atmósfera y su mayor distancia del Sol hace a Marte muy frío, con una temperatura media de 63 grados Celsius (menos 76 grados Fahrenheit). La Tierra, por comparación, es una bella 16 C (61 F).
Este proceso descrito en el estudio serviría para arrojar algo de luz a las marcas de precipitaciones detectadas por el transbordador Phoenix de la Nasa y sobre las que, hasta ahora, no se han dado una explicación.
Los autores del estudio proponen que las tormentas de nieve que se dan en el planeta rojo son similares a las microrráfagas que se producen en la Tierra, en las que un aire frío y denso hace descender de manera brusca lluvia o nieve desde las nubes.