LIBERAL SIN NEO
Vueltas que da la historia
¿Puede juzgarse el pasado con los paradigmas del presente? La humanidad ha sido de naturaleza violenta, prejuiciosa, enfadada y tribal, en todas las culturas. Desinfectar la historia para acomodarla a las ideas políticamente correctas del presente aleja la verdad, de por sí elusiva.
En la historiografía, el término revisionismo histórico se refiere a la reinterpretación del registro histórico. En un sentido, puede significar el reto al punto de vista ortodoxo sobre eventos históricos, o el surgimiento de nueva evidencia o descubrimientos, o el replanteamiento de las motivaciones y decisiones de los protagonistas. La revisión del registro histórico puede reflejar el descubrimiento de hechos que eran desconocidos, evidencia, interpretación, que producen una historia revisada. Otro sentido que puede tomar el revisionismo es revertir o cambiar juicios morales sobre héroes y villanos en la historia. El revisionismo es un proceso necesario en el desarrollo y refinamiento de la historia y no tiene por qué ser controversial. Revertir juicios morales sobre la historia, en cambio, donde los otrora héroes, los buenos o fuerzas positivas, pasan a ser interpretados como los villanos, malos, o fuerzas negativas, puede ser controversial y generar conflicto.
Para el historiador James McPherson, “la historia es un continuo diálogo entre el presente y el pasado. Interpretaciones del pasado están sujetas a cambio en respuesta a nueva evidencia, nuevas preguntas sobre la evidencia y nuevas perspectivas ganadas con el paso del tiempo. No hay una sola eterna e inmutable “verdad” sobre el pasado y [especialmente sobre] su significado”.
Un ejemplo sería la revisión de la historia del “descubrimiento” del nuevo mundo, la colonización Europea de América. Mi generación y generaciones pasadas aprendieron una visión épica, romántica, del descubrimiento y conquista de las tierras y culturas nativas del continente americano. La narrativa de los hechos de estas historias se mantiene relativamente intacta, pero la interpretación de las motivaciones e intenciones, y sobre todo, los juicios morales de estos hechos, han variado significativamente. Cortez, Pedro de Alvarado y Francisco Pizarro fueron en el pasado héroes de culturas superiores que conquistaron y subyugaron culturas primitivas, que la historia propia demandaba que fueran civilizadas y elevadas del salvajismo. Hoy, esta interpretación ha sido revisada. Estos líderes conquistadores son vistos como imperialistas salvajes, codiciosos y sanguinarios.
Hasta mediados del siglo pasado, la narrativa sobre la civilización maya pintaba una cultura noble, pacífica, fraternal y amante de la naturaleza. El registro arqueológico pasó a demostrar claramente que los mayas eran muy sangrientos, guerreaban entre ellos constantemente por saqueo, captura de esclavos y víctimas para el sacrificio humano, que jugaba un papel central en su religión y cosmovisión. Uno de los motivos del colapso de la civilización maya fue precisamente la degradación del medio ambiente. Hoy en día está de nuevo en boga el discurso del maya pacífico y ambientalista, explotado y arruinado por el modernismo.
Un caso revisionista es el de los militares que derrotaron a la guerrilla en Guatemala, puntas de lanza en la periferia de la Guerra Fría, hoy encarcelados. Los perdedores de esta guerra, otrora delincuentes subversivos, son hoy paladines de la sociedad civil, los derechos humanos y el ambientalismo. Los perdedores han escrito la historia. Vueltas que da la historia, o mejor dicho, vueltas que le dan a la historia.
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