El 24 de diciembre de 2014, tras el fallecimiento del entrenador de futbol Rubén Darío Amorín Mattos, a los 87 años, Rubén David Granados Amorín le hizo un juramento a su abuelo. “Cuando él murió, le prometí que llegaría a unos Juegos Olímpicos. Esa es mi meta”, señaló el joven atleta.
Tres años después, el Delfin Granados —como también se le conoce— trabaja de forma incansable no en el futbol, sino en la natación, un deporte que se vio forzado a seguir por un problema de la vista.
“No puedo practicar otro deporte que no sea el atletismo o la natación, por no tener la visión completa. Tengo ceguera en el ojo derecho. Me detectaron un parásito —carecanis— a los 2 años y medio de edad, que proviene de la heces de perro”, manifestó Granados Amorín.
Rubén David no solo ha superado ese obstáculo; también un problema de resistencia. Cuando cursaba segundo primaria, en el 2009, sus profesores del colegio le indicaron que no podía practicar la natación ni el atletismo, porque se fatigaba muy rápido.
Pero dos años más tarde, luego de una operación de apéndice, demostró lo contrario y actualmente se encuentra entre los mejores cinco atletas sub 15 de la Federación de Natación de Guatemala y está a un paso de ser de élite. Su talento se ha manifestado en las categorías 50 y 100 metros libre y 50 y 100 mariposa.
“Cuando gané mi primer medalla —a los 9 años—, se la enseñé a mi abuelo, y me sonrió. Él tenía alzhéimer y sentí que con su expresión me dijo te felicitó”, manifestó Rubén, quien comenzó en el deporte a los 6 años.
La motivación sobra en la vida del pequeño Granados Amorín, de 14 años, pues su abuela Paquita, le lee constantemente las cartas de su amado Rubén.
“Él no me podía decir palabras por su enfermedad, pero me hacía sentir su emoción cada momento”, recuerda el nadador.
Rubén Amorin Mattos fue el entrenador más ganador del futbol guatemalteco con ocho títulos de Liga Nacional y salió campeón con la selección nacional del Norceca de 1967.