La vieja escuela
Para crear la primera canción de música electrónica se necesitaron diversas máquinas, todas reproduciendo simultáneamente una sola nota. La melodía pasó a la historia como el tema de la famosa serie de televisión Doctor Who. Esta innovadora pieza fue obra de Delia Derbyshire, una compositora británica que había sido rechazada en diferentes sellos discográficos. Fue el taller radiofónico de la BBC el que le abrió las puertas, lo que causo una revolución en la década de 1960.
A pesar de que fue una mujer la que descubrió el camino del género, en la década de 1990, cuando empezaron a facilitarse los programas de edición por computadora, y aumentar la presencia de este estilo en las radios, disminuyó la cantidad de ingenieras de sonido.
De hecho, el estudio Female Pressure (2015) reveló que a nivel mundial solo el 10.8% de los Dj en festivales son mujeres. Esta cifra es aún menor en cuanto a clubes, donde únicamente les corresponde el 9.4% de las presentaciones. Según el Huffington Post, en el festival Coachella del 2016, de 228 artistas, 60 pertenecían al grupo femenino. Estos datos resultan contradictorios con la participación del público, pues la mitad de los asistes fueron chicas.
En la escena nacional las cosas empezaron a tomar auge hace una década, y hasta hace un par de años ellas comenzaron a tomar el control de las tornamesas.
A pesar de su lenta inclusión en el medio musical están empezando a romper cada vez más con esas barreras. En 2016 la cantidad de DJ presentándose en festivales del género femenino aumento un 8%, según el estudio realizado por el Huffington Post. Lo importante es que cada vez son más las chicas que aprenden a mezclar y el público está reaccionando ante el talento de las productoras. Es necesario promover su trabajo y romper estigmas para que la escena musical vaya cambiando, así podremos apreciar a más compositoras detrás de los controles y no solo en la pista de baile.
La Niña Almendra, tirando ripio
Conocida únicamente como Niña Almendra (Ciudad de Guatemala 20 de noviembre de 1982), seudónimo que un amigo le regaló, esta joven de actitud desenfadada y relajada, que refleja en sus vibrantes atuendos, hizo sus pinitos en la danza, concretamente en el flamenco. Tenía apenas cinco años cuando ya se la veía en los escenarios. Luego le dio por el canto, más tarde por el teatro hasta llegar a la batería. De hecho interpretó este instrumento con la banda Tren de luz, liderada por Álvaro Aguilar, vocalista de Alux Nahual. Pero dejó reposar estos dotes para seguir Administración de empresas en la universidad.
Sin embargo los beats seguían ahí, revoloteando en su cabeza, así que animada por un grupo de amigos se lanzó a comandar las tornamesas.
El sexto sentido, que muchos virtuosos tienen, la llevó a la escuela de producción Dubspot, en Los Ángeles. Esta formación teórica fusionada con su instinto se ha hecho perceptible en su excelente moombahton (fusión de house con reguetón), clara influencia de sus dos máximos referentes: Diplo —el DJ estadounidense que lleva una década en la cresta de la ola—, y el no menos famoso compositor de Pedro navaja, Rubén Blades.
“Algunos colegas a veces cometen el pecado de limitarse a escuchar solo un género, pero entre más canciones se conozcan mejores elementos tendrás para producir”, afirma. Ríe y comenta: “Este es un medio de hombres pero nosotras podemos ingresar sin problema si es lo que realmente deseamos. El machismo es perceptible a nivel de trato, pues en algunas ocasiones personas en posiciones de poder creen que por ser mujer estaría, por ejemplo, dispuesta a involucrarme en situaciones comprometedoras con tal de recibir preferencia. En estos casos lo importante es que te des tu lugar, seas profesional y fomentes el respeto, lo cual a mí no me ha cerrado puertas. Al contrario, no me contratan porque piensen ‘qué linda la niña que juega a ser Dj’, lo hacen porque hago bien mi trabajo”.
Además de producir, fundó y dirige La real academia del ripio, por medio de la cual promueve actividades relacionadas con lo electrónico, como conciertos, artistas o festivales. El nombre surgió de la frase tirando ripio, y se refiere al sobrante de las construcciones que tienen un poco de todo, al igual que su música, concluye.
Lorena Letona, alma y cuerpo
Muy pocos se podrían imaginar que una licenciada en Alimentación y nutrición con un trabajo tan serio en el Hospital Roosevelt, por las noches se transforma en DJ. Pero para Lorena Letona, de 33 años, pintar fuera de las líneas ha sido lo suyo.
Aunque siempre le había gustado este género fue hasta el 2015 que, gracias a una academia nacional, logró aprenderlo. Eventualmente se desempeñó como instructora en dicha escuela. Fue durante esos cursos que tuvo su primer “toque”.
Asegura que estaba muy preocupada y que a la fecha aún la vencen los nervios, los cuales le ayudan a emocionarse.
Conforme fue puliendo su técnica empezó a ganar terreno y recibió más ofertas.
El principal reto al que hasta el momento se ha enfrentado ha sido conseguir la aceptación de sus padres, pues durante la universidad Lorena salía muy poco, pero con esta profesión tiene que trabajar hasta altas horas de la noche.
Tranquila y risueña como se define, Lorena comenzó su carrera musical bajo los acordes del subgénero Progressive House. Hoy se decanta por el Deep House. “La variación auditiva entre uno y otro se establece por los bits por minuto, y la velocidad en que se compone la pieza”, dice.
“Mis jornadas nocturnas se han reducido, creo que también mi timidez, y eso me ha ayudado a combinar mi pasión musical con mi quehacer como nutricionista”, cuenta.
Algunos aspectos negativos que encuentra en la escena del país es la falta de representación femenina. Considera que a muchas les llama la atención tocar pero no logran involucrarse y que más chicas deberían atreverse a pasar detrás de los controles.
El otro problema es que no hay un compromiso para que el movimiento crezca. Faltan espacios para tocar, lo que aumenta la competitividad entre colegas y da lugar a que se cierren las puertas a muchos talentos. “Esto también impide que se obtengan con facilidad los aranceles para montar conciertos. Además, muchas veces solicitan que se toque toda la noche y al final no pagan”, lamenta.
A pesar de estas complicaciones, para Lorena su futuro está en una tornamesa, por eso se esfuerza intensamente para consolidarse a nivel internacional, especialmente en Sudamérica. Es evidente que para esta ingeniosa morena los beats son más que un pasatiempo, son los motores que le han permitido crecer como persona.
Evita Linde, bailable
No es una sorpresa que la siempre alegre Evita Linde asista a muchos festivales de música electrónica, los cuales la inspiran a mezclar. Empezó gracias a sus amigos, y en su mayoría ha sido autodidacta. Al principio solicitaba permiso a los locales para tocar antes de los eventos, y a la fecha ha participado en conciertos en locaciones como Tegucigalpa y Nueva York. “Para mí lo importante es que el público se enamore del asunto”, asegura.
Ya que no existe una técnica puntual, selecciona su música según lo que le gustaría bailar en las fiestas. Cuando comenzó en esta disciplina era muy complaciente con lo que tocaba pero eventualmente empezó a hacer aquello que en verdad le apasiona, y se dedicó a cultivar el underground, un género no muy popular.
Aunque desearía ser DJ a tiempo completo, no puede hacerlo por cuestiones económicas. Es por ello que trabaja en una oficina y tiene una pastelería. “Por las tardes horneo, y mis presentaciones las hago por las noches”, expone.
Su experiencia la resume como: “Mucho desvelo, muchos viajes y mucho café”.
Entre sus influencias están Balto, un Dj hondureño; Xpantlum, de quien admira su técnica y Tavo Carbulero, un productor colombiano.
May Lynn, ecléctica
Desde que era una niña le gustaba asistir a pequeños conciertos en cafés. A los 13 años asistió a su primera presentación seria de música electrónica, cuya principal atracción fue Dash Berlín, un músico y productor neerlandés. En primera instancia los guardias de seguridad le negaron la entrada por ser menor de edad, pero como iba acompañada de un adulto y había ganado las entradas en un concurso promovido por el artista hicieron una excepción.
Mejoró sus técnicas gracias a un curso intensivo de DJ en BPM, una escuela nacional de música electrónica, institución que le ayudó a organizar su primera presentación, entonces tenía 15 años. Toca música muy variada, depende de cuál sea la ocasión. Explica que cada fiesta a la que va y cada sonido que escucha la motivan a crear piezas.
Asegura que nunca ha tenido problemas por ser tan joven y que la mayoría del público la considera interesante. A pesar de que muchas chicas no se atreven a incursionar en este medio, ella siempre estuvo segura de que alguien la iba a apoyar.
May Lynn tiene que manejar la presión de estar en su último año del colegio y de ser una figura pública, por lo que el exceso de desvelos ha afectado su rendimiento académico. En ocasiones sus compañeros de clase la molestaban diciéndole que no podría llegar lejos, pero esto la motivó a seguir y probarles que podría.
El apoyo de sus padres ha sido un elemento clave para su desarrollo. Es necesario que su papá la acompañé a las presentaciones, cosa que hace con mucho orgullo y gusto. Su madre es quien la ayuda a buscar atuendos.
Considera que la dedicación es importante en este oficio, pues es necesario que a los músicos los mueva la pasión y no las modas, en especial ahora que el público es más crítico. “Las personas conocen el género y notan cuando los DJ comenten errores. Al principio ellos podían tocar con sets pregrabados y pasar desapercibidos, hoy en día las oyentes son exigentes y esperan una actitud profesional”, comenta.