Su emprendimiento se trata de alfombras funcionales, explican. Son tejidos con hilos de lana y otras, de algodón, que a diferencia de los famosos ponchos o lienzos que elaboran los artesanos de esa región se les coloca una tela antideslizante en la parte de abajo, que también es elaborada por los artesanos.
Debido a que el algodón es una tela menos fuerte que la lana, juntos aprendieron, por ejemplo, acerca de cuánta fuerza se le debe dar al telar en el momento de elaborarlas.
Ana Sophia Reyes, emprendedora
La idea del emprendimiento empezó hace dos años, cuando observaban algunos ponchos en las ventas de Panajachel, Sololá.
Tanto Ana Sophia como Juan Augusto se involucraron en cada proceso, como buscar los artesanos, aprender sobre el tinte y crear diseños. Incluso decidieron hacer ellos mismos los trámites de inscripciones, registros y autorizaciones en las diferentes entidades estatales.
“Qué difícil es ser emprendedor en el país”, comenta Juan Augusto, y Ana Sophia relata que calcularon que se llevarían tres meses en esos trámites, pero fueron alrededor de seis.
Ese esfuerzo ya empezó a tener su recompensa. Sus exportaciones han llegado a compradores detallistas en Costa Rica, Holanda y Estados Unidos. Ahora empezarán a trabajar con una red de diseñadores de interiores que prestan sus servicios desde Barcelona, España, hasta Israel.
Cuentan con una tienda en www.achioteguatemalanrugs.com. El cobro lo hacen por medio de tarjeta visa y pronto se integrarán al servicio de DHL.
En sus colecciones ofrecen alfombras de diferente tamaño, diseño y precio. Por ejemplo, una de 4 por 6 pies cuesta US$790, entregada en la dirección solicitada por el comprador. Los precios varían desde US$400 hasta US$1 mil 700.
Junto al producto han desarrollado su marca, logos, e identifican el nombre de Achiote con una letra A, por medio de un jeroglífico maya.
Ahora cuentan con tres colecciones: una con diseños de los artesanos, otra que simula ser vitrales y una más, diseñada por el grafitero Bombonato.
Para lograrlo, refieren, han caminado por varias comunidades en busca de artesanos, ya que no solo se trata de los tejedores, sino también de quienes elaboran los hilos de lana y algodón. También han contactado proyectos, municipalidades y cooperativas.
La visión de estos emprendedores no solo es ofrecer esas alfombras para que compitan en el mercado mundial, sino también que se valore más el trabajo de los artesanos guatemaltecos. Por eso tienen como condición que cuando buscan los insumos y materia prima para su producto no regatean y tratan de que en el extranjero logren posicionarse con mejores precios a los actuales. Les apoyan con equipo para evitar daños a su salud, por ejemplo, y mascarillas para que usen al aplicar el tinte. Aparte, mencionan que 10% de sus ventas lo entregan a una asociación para educación a niños en el área rural.
En su trayecto, los emprendedores intentaron financiarse con créditos en bancos; sin embargo les dijeron que debían tener una tienda con sede física y ellos se manejan con e-commerce y trabajan en sus casas o en la bodega de la empresa del padre de Juan Augusto. Ante esa negativa, se capitalizan con los ingresos que obtienen de su otro trabajo.
Artesanos con mucha experiencia han aceptado el reto, pero para los emprendedores se ha visto más apertura al cambio, a innovar y probar con artesanos más jóvenes.