La respuesta de Paddock fue disparar desde el otro lado de la pared, hiriendo a Campos en la pierna.
Cuando llegaron las fuerzas del orden, 12 minutos después de que se produjera el primer disparo, Campos les indicó dónde se encontraba el sospechoso y les dio las llaves de la habitación.
“En la aproximación inicial, al mirar por las cámaras, se podía ver que varias ráfagas de disparos habían sido disparadas a través de la puerta (…). Esas fueron las ráfagas que (Paddock) disparó con el propósito de abatir al guardia de seguridad”, señaló Lombardo.
Al entrar en el cuarto, la Policía encontró a Paddock muerto, por lo que consideran que se suicidó tras cometer la matanza.
“Le dio la llave de la habitación a nuestros agentes y después continuó despejando las habitaciones hasta que le ordenaron buscar asistencia médica”, reconoció el alguacil, quien comentó que fue “sorprendente” que Campos no recibiera más impactos de bala ante la cantidad de disparos efectuados por Paddock.
En las últimas horas, las autoridades han comenzado a barajar la posibilidad de que Paddock, que tenía unos 22 kilos de explosivos y cerca de mil 600 balas escondidos en su automóvil, no trabajara solo.
“Hay que asumir que, en algún momento, debió contar con ayuda”, sentenció Lombardo.