“El objetivo de esta oficina es ser un pequeño espacio en el que se le brinde el apoyo necesario a las personas migrantes, esperamos que pueda cumplir con su propósito y por medio de una información adecuada, se les pueda mejorar un poco lo que sabemos que es una dura experiencia de camino”, señaló monseñor.
Agregó: “Son personas con necesidad, hay que recibirlos en la medida de lo posible, no pensar que todos los migrantes son delincuentes como a veces se piensa. Son personas que pasan con sufrimiento, dolor, cansancio, sudor, sin haber podido lavar su ropa, el aspecto físico que les vemos no es el mejor, pero esto no quiere decir que sean delincuentes”.
James Young, representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), manifestó que por medio de esa oficina las personas migrantes podrán recibir la información que necesitan para orientarse en qué lugar se encuentran, por donde pueden ir y hacia dónde pueden llegar.
“Con las estadísticas que contamos de este año y del anterior, vemos que al final es una crisis que tenemos aquí. Son personas que salen de su país buscando otras opciones y que se encuentran con muchos peligros en el transcurso del camino, pero que no les queda otra opción. Por lo que, de eso se trata nuestro trabajo de protegerlos de los peligros que corren y apoyarles a que lleguen bien a su destino” manifestó.
Vendió todo
Manuel Cifontes Ortega, de 26 años, es un migrante hondureño que, para emprender el viaje hacia Estados Unidos tuvo que vender todo lo que tenía, porque el desempleo y la necesidad de apoyar a su familia lo agobiaba día a día y que ve como única solución era “trabajar al norte”.
El migrante expresa que busco trabajo por mucho tiempo y no logró conseguir, solo algunos “chapuces” (trabajos temporales) encontraba en ocasiones. Relató que es técnico en refrigeración y en Estados Unidos espera mostrar sus servicios donde tiene confianza que si podrá superarse.
“No es fácil dejar a mi mamá sola, pero somos seis hermanos; yo soy el mayor. Mi padre fue asesinado hace seis años y mi madre con ventas informales ha logrado mantenernos, pero no es suficiente. Vendí todo lo que tenía para juntar dinero para llegar, que bueno que en el camino hay lugares como esta oficina que nos puede orientar y que no nos sintamos solos en este largo viaje”, explicó.
El sacerdote Juan Luis Carvajal Tejeda, secretario ejecutivo de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala, reveló que la oficina se logró habilitar con ayuda económica del alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, y de esa forma establecer un espacio para informar a los migrantes de sus derechos, de los riesgos del camino, atención médica y quienes les puedan atender y proporcionar alimentos, ropa, un lugar para descansar, entre otros.
“Debemos de quitarnos de la mente que todos ellos son criminales, que son gente mala, aunque hay algunos de ellos que en el transcurso del camino hacen cosas que no están del todo bien, pero el 95 por ciento de ellos es gente buena, pobre, que solo va en busca de trabajo y superación, por eso debemos de apoyarlos”, refirió.
Rosina Lorenzo, trabajadora social del Juzgado de la Niñez, dijo: “Cuando detectemos casos, principalmente de niños, adolescentes migrantes, que están vulnerados en sus derechos o que no se encuentran acompañados de un adulto, debemos referirlos a la Procuraduría General de la Nación o al juzgado, para que también se conozca que tipo de situación presentan y se puedan restituir los derechos humanos también de esta población que son de otros países y que van con muchas necesidades y necesitan el apoyo inmediato de nosotros como hermanos guatemaltecos”.