No pretendo señalar que todo gerente o ejecutivo deteriora su salud por tal condición, pero sí expresar que, dependiendo de ciertas estrategias utilizadas o técnicas aprendidas, a algunos les agrada imponer su voluntad sin entender otros puntos de vista. Esto genera resultados que por un tiempo son halagadores, pero que en el largo plazo son matadores. Ahora los ejecutivos se miden por tiempo de vida útil: 3 a 5 años, los que fracasan deben retirarse por incapacidad de conseguir un equipo.
Es interesante observar que en las organizaciones que tienen gerentes o directivos con esta concepción, el poder formal se les diluye y emerge de una fuerza informal, a la que no hay que buscarle los matices de su aparición. Es sencillo: ante la pérdida de la comunicación, imposibilidad de participar en la toma de decisiones, inconformidad con los estilos rígidos e impositivos, se buscan canales que no están relacionados con la jerarquía, pero que la impactan profundamente.
Existen experiencias de ejecutivos que se reúnen para tomar decisiones, pero cuando quien expone no se relaciona directamente con el indicador del área bajo mi responsabilidad, poca atención presto, total indiferencia y en algunos casos desprecio, pues esa propuesta no la comparto, y espero que la estrategia de quien dirige.
Cuando un gerente no logra observar el desprestigio de un modelo amparado en el poder, que le da el derecho de imponer, olvida el ejercicio moderno de la influencia, de la persuasión, de la verdadera capacidad de liderar, no de mandar o de ser jefe. La contratación de los nuevos gerentes tiene una profunda reflexión, no contrate a alguien por el solo hecho de querer ser gerente.
Creo que es parte de la crisis del poder, tener personas que llegan para ser gerentes y no para desarrollar una organización, a ellos debemos preguntarles cuánto nos alejamos de los resultados reales y de largo plazo, o por ejemplo cuánto crecen los niveles de desconfianza. Incluso cuánto se deterioran las relaciones internas y la lucha por un KPI o un indicador individual o departamental, sin la claridad organizacional de que se debe tener una verdadera medición de efectividad en los resultados.
Algunos señalan que si está escrito en el plan es permitido, hay documentos que manteniendo un cuerpo legalizado va contra principios y valores corporativos.
No es el poder de imponerse sobre la voluntad de otros, es la capacidad de usar la influencia, para no vulnerar lo que nos mantendrá en el tiempo: los valores.