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El <em>Portal del Señor</em> fue demolido hace un siglo

Una leyenda señala que la demolición del majestuoso Portal del Ayuntamiento, conocido también como "Portal del Señor" provocó la ruina de la ciudad de Guatemala en 1917-18. 

Portal del Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala a finales del siglo XIX. (Foto: Hemeroteca PL)

Portal del Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala a finales del siglo XIX. (Foto: Hemeroteca PL)

El portal, construido como una hilera de blancas arcadas complementaba la fisionomía de la Plaza de Armas. Se ubicaba en el solar donde hoy se encuentra el Palacio Nacional de la Cultura. 


El terreno para la construcción de esta obra donde funcionaría el Ayuntamiento de la ciudad se designó el 20 de marzo de 1776 por parte del capitán Martín de Mayorga. Para su edificación se nombró al maestro Bernardo Ramírez, pero en 1794 don Joaquín Arroyo prosiguió la obra, finalizada en 1781. 

Vista de la Plaza de Armas hacia 1860 a la derecha se observa el Portal del Ayuntamiento. Foto tomada desde la Catedral. (Foto: Museo de Historia)
La tradición cuenta que el nombre de “Portal del Señor”, surgió de la misma población debido a que en un espacio del edificio, no se sabe si intencional o por casualidad, alguien colocó una pintura de Jesús del Pensamiento. 

La religiosidad arraigada de los guatemaltecos de esa época inmediatamente los llevó a colocarle velas, flores e incienso, hasta que la imagen se arraigó en sus corazones. 

En ese portal que llamaban de “El Señor”, dormía gente muy pobre y los mendigos “la Palomita”, “Tata Candelero” y “La Cucuaracha”, por ejemplo, según el escritor Antonio Batres Jáuregui en una de sus obras. 

A la izquierda, el cuadro de Jesús del Pensamiento que se encontraba en el Portal del Ayuntamiento. A la derecha la imagen de la misma advocación de la Iglesia de Santo Domingo, nótese el parecido. (Foto: Hemeroteca PL)
La vida inicial de esta ciudad era así. Tiempos tranquilos, monacales y de pensamientos conservadores.

Aquel famoso portal permaneció allí, pegado a la tierra que lo vio nacer, pero no por muchos años, ya que en un día de 1917, sin más, ni para qué, lo mandaron a demoler. 

En esas estaban, cuenta don Antonio Batres Jáuregui,  cuando alguien se dio cuenta con una inscripción: “Cuando este portal caiga, caerá toda la ciudad“, era la sentencia.

Por esa razón, cuando llegaron los terremotos de 1917-18 las abuelas siempre se recordaban de dicha lápida y asociaban la situación a su amenazante inscripción. El cuadro del Señor del Pensamiento se trasladó a la Catedral Metropolitana, aunque en la actualidad no está expuesto a veneración.

Acercamiento a las arcadas del viejo "Portal del Señor" o del Ayuntamiento. (Foto: Hemeroteca PL)
Y ese portal murió para luego resucitar en las páginas de El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias.

“Se juntaban a dormir en el Portal del Señor sin más lazo común que la miseria, maldiciéndose unos a otros, insultándose a regañadientes con tirria de enemigos que se buscan pleito, riñiendo muchas veces a codazos y algunos con tierra y todo, revolcones en los que tras escaparse, rabiosos se mordían”, dice la obra.

Vista del Ayuntamiento de Guatemala a finales del siglo XIX. (Foto: Hemeroteca PL)
“En las gradas del Portal se les veía, vueltos a la pared, contar el dinero, morder las monedas de níquel para saber si eran falsas, hablar a solas, pasar revista a las provisiones de boca y de guerra. Ellos eran 'el Pelele', 'Patahueca', el 'Viuda' y el 'Mosco'” agrega Asturias en los primeros párrafos de su libro, al describir los personajes cuyo techo era el portal. 

Ya no se ve transitar a algún clérigo con sotana color de ala de mosca ni se escucha un carruaje rechinar sus ruedas en el empedrado de las calles… mucho menos alguien que nos hable de aquel viejo portal.

El único vestigio que quedó del viejo Portal del Señor fue este medallón de piedra, data de 1822 y se encuentra en el Museo de Historia. (Foto: Hemeroteca PL)

Por allí quedaron escritas en las páginas de El Señor Presidente, algunas cosillas de la historia de esa famosa construcción por cuyas arcadas corretearon un día los abuelos, o se paró gallardo más de algún militar, para ver lo que ocurría en la Plaza Mayor. 

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