EDITORIAL

Nuevo bochorno en comicios hondureños

En Honduras, la parafernalia oficialista parece haberle pasado una cara factura a las autoridades responsables de garantizar el máximo de transparencia en las elecciones generales celebradas el pasado domingo, al punto de que el Tribunal Supremo Electoral ha sido incapaz de ofrecer información confiable, cuando ha transcurrido demasiado tiempo de incertidumbre. 

Pese a que desde días previos se había dicho que los resultados de las elecciones se darían a conocer en las primeras horas de la noche y que hacia las 21 o 22 horas se podrían ofrecer resultados cuyas proyecciones fueran irreversibles, un día después, al cierre de esta edición, eso seguía sin ocurrir y el único resultado disponible correspondía a las demasiado lejanas 2 de la mañana del lunes.

Transcurridas más de 36 horas de concluido el proceso, esos datos no han sido actualizados y encima se anunció que quizá hacia el mediodía del jueves se podrían ofrecer resultados concluyentes. Esto es intolerable, y las autoridades deben poner su máximo esfuerzo en corregir cualquier procedimiento para terminar con la incertidumbre.

El hecho adquiere mayor relevancia pues la mayoría de los pronósticos daban como triunfador al oficialista Juan Orlando Hernández, quien buscaba mediante un procedimiento muy discutible, por ilegal, alcanzar la reelección. Según los únicos resultados oficiales parciales, lleva la ventaja el candidato Salvador Nasralla, de una alianza de partidos de izquierda impulsada por el derrocado presidente Manuel Zelaya.

Es urgente que las máximas autoridades electorales hondureñas dejen de prestarse a maniobras y actúen de manera responsable, a diferencia del gobernante, quien sin tener los resultados oficiales festejó en la sede de su partido, cuando ya los datos apuntan a un revés gubernamental. Contrasta, en cambio, la postura del candidato perdedor, Luis Zelaya, de la extrema derecha, quien no solo ha reconocido el triunfo de la izquierda, sino que le ha pedido al mandatario que acepte su derrota.

Una primera lectura que puede darse a esta nueva polémica hondureña es que si se confirman las tendencias de los primeros datos oficiales, la estrategia le habría funcionado al expresidente Zelaya, quien ante el deterioro y riesgos que proyecta su gastada imagen habría optado por impulsar una fórmula de moda: promover a una figura ajena a la política, pero que podría ser útil en un acomodamiento de fuerzas, lo cual parece ser necesario en las actuales circunstancias.

Pierde mucho más el Gobierno, ante sus evidentes muestras de inmadurez, las cuales, además, podrían reflejar un nuevo caso de abuso y extralimitaciones, como las que se han denunciado en los últimos meses, donde incluso la violencia se ha cebado contra liderazgos civiles y una violencia desbordada que tiene también a ese país entre los más violentos del mundo.

Si se mantienen los resultados dados a conocer en las primeras horas de ayer, el electorado habría optado, una vez más, por un cambio de modelo, de lo cual también deben ser responsabilizados los políticos tradicionales, quienes rodeados de oportunistas se dedican a gobernar de espaldas a una población sedienta de cambios y de respuestas a sus demandas.

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