EDITORIAL

Agobia el motorraterismo

Con la llegada del fin de año se multiplica el barullo y el tráfico se vuelve más frenético, lo cual es normal en prácticamente todas las capitales superpobladas, poco desarrolladas o mal atendidas por las autoridades locales, quienes son las responsables de hacer la vialidad más sostenible, lo cual en la Ciudad de Guatemala es imposible dada la orientación cosmética de la gestión edil.

En esa vorágine se producen algunos hechos que son mucho más lamentables que el retraso por el denso tránsito y es el desborde de violencia, que se acentúa porque quizás los mismos bandoleros encuentran en esta época un verdadero botín, instinto que se ve azuzado por la inoperancia de los planes policiales, con lo cual los facinerosos multiplican esfuerzos por atormentar a la población, con extorsiones o a punta de pistola en las atascadas calles citadinas.

Una de las mayores pesadillas en ese contexto lo representan los maleantes que se mueven en moto y que recientemente se han dado a la tarea de fingir, e incluso provocar, colisiones leves para extorsionar o robar a automovilistas, sobre todo a mujeres, a las que hostigan bajo el pretexto de daños.

Lo lamentable es que muchas de las víctimas recorren grandes trayectos bajo el acoso de los maleantes sin que aparezca algún representante de la autoridad que las asista, y en el caso de los policías de tránsito, padecen de una proverbial falta de habilidades de mediación.

Los agentes de la Policía Nacional Civil se han vuelto mucho más escasos, debido a la dificultad para moverse en vehículos de cuatro ruedas, tanto por el tránsito como por la escasez de los mismos, en vez de potenciar el uso de las motocicletas para que tengan mayor movilidad y puedan tener presencia en los puntos donde los embotellamientos facilitan el azote de los motoladrones.

Paradójicamente, se observa una inusitada eficiencia para andar poniendo cepos, multas y hostigamiento a los automovilistas, lo cual también se acrecienta en esta época, y por eso se ha convertido en una percepción generalizada de que las autoridades andan más entretenidas con ajustar su ingreso de fin de año en vez de velar por el bien común, y no solo en ver a los automovilistas como víctimas de ocasión.

Los agentes de la PNC incurren en yerros semejantes, pues esta es también la época en la que se popularizan los operativos de alcoholemia, los cuales son escasos en otros momentos y se prestan a la acción extorsiva hacia los automovilistas, quienes incluso pueden parar tras las rejas cuando se producen desacuerdos, y de ahí la poca confianza en las autoridades.

En el caso del raterismo motorizado, las autoridades deben ponerse como reto trazar una estrategia efectiva y diseñar un plan de corto plazo para reducir la incidencia de esa nueva y creciente modalidad de criminalidad, que a la larga se convierten en una afrenta a los guatemaltecos honrados, que salen a la calle con el temor de ser despojados de sus bienes de la forma más impune y en el total desamparo.

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