Durante el evento dan cerveza a los participantes, quienes toman “para quitarse los nervios”, acción que no es mal vista, por el contrario, “mientras más ebrios es mejor”, asegura Hernández, quien detalla que la actividad es en honor a la Virgen de Guadalupe.
No hay un dato exacto de los jinetes, pues durante el día se corre de un extremo al otro de la pista, con una pausa para el almuerzo, en la jornada matutina solo pueden hacerlo quienes han participado de la ceremonia, por la tarde se permite que sus familiares puedan participar.
“Este es un ritual con significado ancestral, se hace desde hace más de cien años”, explicó Amílcar Martín Sales, de 40 años, quien lleva dos años de ser el primer capitán, considerado el personaje principal que aporta la mayor parte de recursos para este montaje que supera los Q100 mil.
Sales explicó que entre todos hacen las colectas para pagar los gastos de la carrera. “Uno solo no puede, se gasta mucho más en la casa, en este caso todo incluido en dos días supera los Q100 mil” dijo.
Agregó que es gusto organizar este evento, en el que llegan pobladores de diferentes lugares a observar la recompensa para quienes se atreven a dirigir esta tradición.
Durante la ceremonia, que se realiza durante en las primeras horas del 11 de diciembre (cero horas), se utilizan candelas de distintos colores, ocote, copal, azúcar, agua ardiente, chocolate y sangre de gallos, la cual se ofrece a la Madre Tierra, a quien, según la cosmovisión Maya, se pide permiso para efectuar la carrera.
El encargado de la ceremonia es un guía espiritual. Durante la celebración hay marimba, comida y bebidas.