EDITORIAL
Morales envía otro preocupante mensaje
El presidente Jimmy Morales parece empeñado en demostrar que su mandato es uno de los más precarios, en proyección y ejecutoria, desde la reinstauración de la democracia en el ya lejano 1986, lo cual se constata con sus pocas pero reveladoras comparecencias ante los medios de comunicación.
El pasado lunes, durante la entrega de un lote de vehículos para el combate del narcotráfico, al ser cuestionado por los periodistas respecto de su poca comunicación con la oficina del actual procurador de Derechos Humanos, Jordán Rodas Andrade, el mandatario pretendió hacer mofa al preguntar a su vez a los comunicadores: “¿Alguien procura por los derechos humanos en Guatemala?”.
Se trata de un comentario desafortunado que le hace mayor daño a la institución de la Presidencia, porque denota poco aprecio por la trascendencia de esa figura en el funcionamiento de una democracia. Con demasiada frecuencia, Morales da muestras de no tener plena conciencia de su alta investidura y de lo que se esperaría en consecuencia de quien ostenta tan elevado cargo, que poco tiene que ver con comentarios ofensivos o de tono personal hacia quienes no comulgan con sus criterios.
Resulta difícil establecer los límites del criterio del presidente o hasta dónde sus apreciaciones podrían estar bajo la influencia de asesores cercanos, lo que también denotaría una pobre capacidad para discernir sobre la importancia de ciertos roles en una democracia.
El desafortunado comentario también tiene otras implicaciones que no pueden ser tomadas a la ligera. Desde el Ejecutivo trasluce su poco aprecio a una oficina garantizada en la Constitución a causa del poco respeto que tiene el mandatario hacia quienes se muestran críticos o contrarios a sus decisiones.
Cabe recordar que de manera impertinente Morales intentó el pasado 27 de agosto expulsar al jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez, a quien declaró no grato y le exigía abandonar de manera inmediata el país, lo cual no ocurrió precisamente porque el actual procurador interpuso un recurso de amparo en la Corte de Constitucionalidad, cuyos integrantes, en votación dividida, lo impidieron.
Es muy probable que esa y otras inconformidades, reforzadas por colaboradores malintencionados cercanos al mandatario, lo hayan llevado a comentar en forma desatinada sobre el papel del procurador, sin el menor reparo de su investidura, lo cual no solo es lamentable, sino preocupante, porque en esas palabras subyace un mensaje de intolerancia y falta de respeto hacia criterios opuestos o diferentes a los de las voces oficiales.
No es la primera vez que el presidente Morales incurre en exabruptos de esa naturaleza, y es lamentable el deterioro que todo eso acarrea hacia su administración. Sin embargo, es mucho más preocupante el mensaje de intolerancia detrás de sus palabras, precisamente porque de ser producto de una auténtica convicción en sus creencias, esto se puede convertir en una seria amenaza a la libertad de expresión o de opinión de quienes disienten de las apreciaciones muy particulares del criterio oficial.