HAGAMOS LA DIFERENCIA

Guatemala necesita ciudadanos diferentes

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Estamos por terminar este año y a la víspera de que irrumpa el 2018. Como es usual en nuestro país, los ciudadanos entramos en un letargo de las actividades cotidianas, únicamente interrumpidas por el consumismo, alimentado y exacerbado por nuestras tradiciones. Buena parte de la masa trabajadora aprovecha para tomar vacaciones, y las actividades productivas marchan a paso lento, mientras el comercio aprovecha a esquilmar los escasos recursos de nuestros ciudadanos, quienes consumen en forma desmedida para despertar en enero con carencias producto del descuido administrativo de sus recursos. Es una época bella y la sensibilidad aflora en la mayor parte de personas, pero lo hacemos en forma irresponsable, perdiendo el verdadero sentido de la navidad: “La conmemoración del nacimiento de nuestro señor Jesucristo”, y la sustituimos por otros personajes creados por el márquetin engañoso.

Mientras tanto, es preocupante lo que sucede al país, pues continúa secuestrado por estructuras que actúan maquiavélicamente aprovechándose de las potencialidades y abundancias con que cuenta nuestro territorio. La vieja política continúa ahí, aprovechándose del Estado y poniéndose en forma servil a la orden de grupos de poder. Es desalentador observar que organismos como el Legislativo continúan burlándose del pueblo, anteponiendo los intereses personales de sus miembros, en lugar de los colectivos. Un organismo judicial que parece obedecer a intereses oscuros, señalados de preferencias hacia la izquierda, jugando a la anticorrupción, pero donde no se avizoran sentencias rápidas y firmes. Un organismo ejecutivo que no despierta del asombro de haber sido elegido, sin experiencia en gestión pública que prioriza lo innecesario y complaciente con los grupos de presión. Después de dos años de gobernar, aún no saben por dónde principiar a trabajar.

Lo que sí es claro es que nuestro país tiene gran potencial, recursos naturales abundantes, posición geográfica envidiable, pero esquilmado hasta en sus mínimas posibilidades. También es evidente que somos más los buenos que los malos. Así que, a las vísperas del nuevo año, es tiempo de empezar a crear una cultura proactiva, positiva, que busque el desarrollo del país.

¿Qué necesitamos? Una actitud diferente. Como ciudadanos principiemos a hacer las cosas diferentes. Iniciemos por respetar las leyes, por pagar nuestros impuestos, por ser puntuales en nuestras actividades, por prepararnos continuamente, por no aprovecharnos de nuestras posiciones. Cada uno en nuestra área de influencia neguémonos a ser serviles de los saqueadores del sistema, evitemos los atajos que a todos destruyen, denunciemos las ilegalidades, hagamos las cosas bien, con esfuerzo, con dedicación, con amor. Respetemos a las autoridades, las filas en los lugares donde nos corresponde hacerlas. Ayudemos a los que tenemos a nuestro alrededor, a ser mejores. En nuestros hogares fomentemos principios y valores. Pues un país se construye más fácilmente si principiamos por las bases, por la ciudadanía. Estoy convencido de que los grupos que ostentan el poder y los que se sirven del poder pueden hacerlo porque hay muchas personas que se prestan a su servicio, por necesidad, por miedo a las prebendas que obtienen, o por ignorancia. Si se les termina esa base, se destruirán.

Vemos ejemplos de países con menos potencialidad que el nuestro que con dedicación, con garra, con determinación, han salido adelante, pero priva en ellos la actitud de sus valores ciudadanos. En este nuevo año impactemos nuestro alrededor y con ello provoquemos que nuestras autoridades piensen en un país mejor, que se sientan obligadas a hacer las cosas mejor, a planificar y a hacer un uso adecuado de los recursos. Sí se puede.

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