Cada día somos más y necesitamos abastecimientos fundamentales; por lo tanto, este tránsito en vez de reducirse será mayor.
El tránsito lo están realizando en su mayoría por las noches, y son largas filas de vehículos pesados los que circulan por nuestras calles y carreteras, muchas de las cuales no tienen un control de soporte máximo de carga, dando como resultado una red vial colapsada con una vida útil muy corta, además de la contaminación resultado de grandes emisiones de CO2.
Afortunadamente, desde 1860, tenemos la línea férrea, deteriorada, no adecuada, incompleta en rieles y otros elementos, pero la tenemos establecida y bien ubicada.
Uno de los problemas más serios para introducir una línea, ya sea de energía, de agua y de carreteras entre otras, es el derecho de vía. Actualmente existen proyectos detenidos porque o la población se opone o porque los valores de la tierra son excesivamente caros.
Pero la línea del tren se tiene y es triste ver que, teniendo lo más valioso, no lo podemos usar.
En 1997 fue privatizada, en el 2006 el Gobierno decide hacer un nuevo cambio, señala que el contrato antes concretado es perjudicial para los intereses del Estado y entonces decide asumir el control de los activos guatemaltecos, lo que lleva a una disputa legal que culmina en el 2013 donde el Gobierno logró recuperar el 82% de la firma.
El tren es urgente porque: tiene gran capacidad, permite el transporte de grandes cantidades de mercancías en largos recorridos; los costes de la operación son, por lo general, bastante bajos; es posible transportar variedades de mercancías; tiene baja siniestralidad, es poco contaminante, evita los problemas de la congestión de tráfico, tiene la posibilidad de intermodalidad con otros métodos de transporte.
También tiene algunas desventajas que son: comparten la vía ferroviaria con el transporte de personas, que son preferentes, es de baja velocidad, tiene restricciones físicas de altura y volúmenes de paso, requiere infraestructura especial y la mercancía solo podrá ser transportada hasta donde lleguen las vías.
La superioridad del ferrocarril en cuanto a su eficiencia energética y ambiental por metros cuadrados de vehículo, plazas o toneladas brutas ofrece el menor consumo energético de los modos de transporte público. La movilización requiere eficiencia energética, seguridad y capacidad de transporte y el ferrocarril es el único en combinar estas características a la vez y ser, por tanto, también un modo para desarrollar el transporte y favorecer la igualdad social, ya que tiene un carácter democrático.
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