Ese día, un grupo de jornaleros caminaba por el lugar, después de bajarse de un camión. Pobladores y comerciantes también pasaban por ese lugar, el cual era restringido, debido a derrumbes anteriores.
A la fecha no se tiene el número exacto de fallecidos en esa tragedia. Familias vivían y cultivaban en la zona del derrumbe, pero se recuperaron pocos cuerpos.
Para estabilizar el cerro, después del derrumbe, efectivos del Ejército, especializados en explosivos, detonaron dinamita para minimizar el riesgo de otro deslave.
Geólogos estudiaron el área con sismógrafos y acelerógrafos para determinar los micromovimientos del cerro.
A la fecha, las autoridades aún no han encontrado una solución para la carretera que pasa por ese cerro, considerada de alto riesgo por la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, pero de gran utilidad para los vecinos y comerciantes, quienes se ahorran muchas horas de camino por ese tramo.