PERSISTENCIA

La poesía de Píndaro

Margarita Carrera

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Píndaro (521-441 a. de C.) es el poeta lírico griego, de origen tebano, que destaca, en forma extraordinaria, por la riqueza y profundidad de sus Odas, dedicadas a los vencedores de los Juegos Panhelénicos.

Durante su época el mundo griego (aristocrático primero y luego democrático) está inmerso dentro de la poesía mítica. Esto es, poesía y pueblo se entretejen, corresponden y comprenden. La poesía es, así, accesible a todo heleno (más allá de cualquier clase social), pues este está plenamente compenetrado de las historias o leyendas homéricas. De tal manera que el heleno sabe perfectamente quién es Zeus, Prometeo, Apolo, Dionisos, Afrodita, Artemisa. Del mismo modo, conoce las leyendas de Edipo, Agamenón, Orestes, Aquileo, Odiseo, Héctor, Helena, Clitemnestra, Electra, Medea, Antígona, etc., figuras de relieve en la historia mítica de Grecia, que nutre religión, educación, filosofía, costumbres, ética.

Tanto lo que canta y cuenta Homero, como lo que más adelante va a cantar Píndaro, así como aquello que los trágicos y cómicos van a poner en escena, constituyen un material comprensible no solo para una clase privilegiada, sino para todo un pueblo que fundamenta su educación en la infinita fuente homérica, de la cual ningún poeta podría estar fuera.

Primeramente, la poesía épica con Homero, luego la lírica coral con Píndaro y, por último, la tragedia con Esquilo, Sófocles y Eurípides, y la comedia antigua con Aristófanes, constituyen los cimientos sobre los que se levanta una paideia excepcional y única que dirige la conducta de un pueblo.

Pero esta paideia que se ha iniciado con Homero empieza a desaparecer con las tragedias de Eurípides y las comedias de Aristófanes, cuando la figura de Sócrates comienza a ensombrecer todo el esplendor artístico heleno, de un pasado glorioso, lo cual da origen a una nueva paideia y a nueva aretai, educación y virtudes completamente opuestas y contradictorias a las de la auténtica tradición helena de índole homérica.

Por los siglos VII y VI a. de C., primero en Jonia y luego en Grecia continental, se producen dos clases de poesía lírica. Una colectiva o coral y otra de índole personal, subjetiva o individual. A la primera se le llama mélica coral y a la segunda, mélica monódica. En lugar de la palabra lírica (de lyra, instrumento musical griego), se usa la palabra melos (que significa canto, en griego).

El más alto representante de la mélica coral es Píndaro. Como representantes de la mélica monódica sobresalen Safo y Anacreonte, entre otros muchos poetas insignes.

Es así como Píndaro canta, no los sentimientos personales, sino los sentimientos de toda una colectividad; mientras que Safo y Anacreonte, los sentimientos propios del poeta. Ambas mélicas se acompañan de música y danza.

Los dialectos de la lírica son: para la mélica coral, el dorio; para la mélica monódica, el eolio.

En sus Odas, Píndaro se manifiesta como devoto creyente de la religión homérica; sin embargo, característica principal de su obra es la relevancia a los dioses, de quienes piensa que solo se deben relatar “acciones bellas”, cuando, así, las violentas pasiones que de ellos narra la mitología homérica. De esta manera, su “ideal religioso” ya altera y modifica el mito.

En la era romana, Horacio describe el estilo de Píndaro como inimitable y Quintiliano le llama el gran maestro de los poetas líricos.

El dialecto poético de Píndaro es un producto literario nacido del resultado de la combinación de la lengua de la época homérica, con elementos dóricos y eólicos, siendo el dialecto dórico el predominante.

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