SI ME PERMITE
Una disciplina impuesta es esclavizante
“La disciplina es el alma de un ejército, hace formidable a un pequeño grupo, le da fuerza a los débiles y sube la autoestima de todos”. George Washington
Cuando se habla de disciplina, normalmente proyecta un sabor desagradable, a menos que se entienda qué papel juega ese valor para el resto de la vida y no únicamente para el momento en el que se aplica.
Lo correcto es entender que la disciplina es una parte formativa de la vida y está primeramente enmarcada pensando para el resto de lo que uno ha de vivir y lo que uno quiere alcanzar.
Tomando como ejemplo el deporte, no solo es aprender el cómo se desarrolla, sino también saber qué destrezas hay que desarrollar para alcanzar el mejor rendimiento en él.
Sin lugar a dudas, mientras más temprano en la vida se inicia esa práctica se tendrá mucho mejor provecho de ella.
Esto, por supuesto, depende mucho de las personas que lo crían a uno y de quienes se toman el tiempo y el esfuerzo de introducirlo, y de saber quién puede de la mejor manera orientarlo para hacerlo un profesional en la disciplina que se escoge.
Esta ilustración es aplicable a cualquier campo del saber, y si se maneja de una manera de las más propositivas, no pelea con el gusto, sino que ya depende fundamentalmente de la inducción a la que uno ha sido expuesto.
Hay ocasiones en las que algunos expresan que algo no les gusta, si se entiende que el gusto también es aprendido, entenderíamos por qué la comida con la que me crio mi madre siempre me gustó, porque con ella me formé y no me dieron la opción de escoger.
Hay un cierto espacio que se puede escoger y probar, pero cuando las opciones son mínimas y la actitud autoritaria prevalece, es posible que se lleve adelante el esfuerzo, pero quien tiene que llevar el proceso, en el fondo, lo siente esclavizante. Lamentablemente, muy pocas veces valoramos los procesos de inducción y motivación para que uno pueda lentamente asimilar las virtudes de algo y luego, al percibirlo, someterse a la necesaria disciplina para poder alcanzar el máximo del rendimiento.
El ser humano tiene las aptitudes para lograr hacer lo mejor en lo que se involucra si ha sido bien orientado y acompañado al momento de despejar dudas y resolver dificultades.
Por ello todos necesitamos un maestro o un tutor, para que nos dé el acompañamiento y despeje las dudas, y de esa manera muchos incluso lleguen a ser mejores que sus propios maestros, lo cual no debe ser extraño, sino un desafío para cada uno que emprende una disciplina.
Nuestro mundo ha progresado porque siempre ha existido una competencia sana en querer llegar más allá de donde otros han llegado. Siempre se puede mejorar lo que se tiene.
Eso sí, para poder hacerlo se necesita una disciplina que nace en uno y no simplemente porque se lo pidieron o lo retaron para hacerlo.
Caminamos en esta vida y observamos en nuestro derredor la poca creatividad que muchos tienen, simplemente copian lo que ven sin pensar si es apropiado para ellos.
Desde el arreglo personal hasta el modo de decir las cosas, uno debe tomarse el tiempo y observar si se puede hacer mejor y previamente hacer la tarea necesaria para luego poder ser presentable y agradable en la convivencia con los demás.
Muy fácil compararme con otros en lo que ellos han logrado.
Es más costoso pero mucho más valioso, medirme con los ideales que he trazado para alcanzar y ver cuánto me falta todavía y esforzarme cada día de este año.
samuel.berberian@gmail.com