Activistas en EE. UU. opinan que no hay muchas razones para creer que habrá cambios en la forma en que es dirigido ese departamento, en todo caso, de haberlos, podrían ser para empeorar la situación que atraviesan los migrantes en aquel país, sobre todo si se toma en cuenta que Wolf fue uno de los impulsores de la política de separación de familias, posiblemente la más controvertida de la administración del presidente Donald Trump.
La separación de niños de sus padres ocurrió entre marzo y junio del 2018. Trump dio marcha atrás hasta después de que se filtraran varios audios con los desgarradores llantos de los pequeños, incluso de 1 año, que reclamaban a su madre o padre. Muchos de los casos terminaron con la deportación de los adultos, dejando a los menores solos en EE. UU.
Se calcula que más de dos mil infantes fueron separados de sus padres en ese periodo, y fue precisamente Wolf quien habría impulsado esa medida.
Correos
El senador demócrata Jeff Merkley aseguró en su cuenta de twitter que Wolf “fue el arquitecto de la estrategia de separación familiar”; por lo cual, aseguró, no es competente para estar al frente de esa dependencia.
Como muestra, Merkley citó unos correos a los que tuvo acceso en los que el próximo secretario de Seguridad Interna sugería al menos 16 opciones para reducir la migración irregular, entre ellas —la número dos—, la separación familiar.
“El DHS está considerando separar las unidades familiares, poner a los adultos en detención y colocar a menores de 18 años bajo la custodia del HHS (Departamento de Salud y Servicios Humanos, en inglés) como niños extranjeros no acompañados.
NBC News cita que dentro de las otras alternativas sugeridas por Wolf en el correo electrónico figuraban la deportación de niños, lo cual no ha ocurrido, y otra que sugería que los migrantes solicitaran asilo en México.
Esta última medida no se ha implementado plenamente; sin embargo, EE. UU. ha firmado una serie de convenios con México y Centroamérica que, en la práctica, han cerrado la puerta a cualquier migrante para ingresar y permanecer en suelo estadounidense si su intención es buscar asilo.
Con su vecino del sur, por ejemplo, EE. UU. acordó la implementación del Protocolo de Protección a Migrantes, más conocido como Quédate en México, mediante la cual 47 mil 313 solicitantes de asilo, entre ellos 13 mil 122 guatemaltecos, se quedaron varados en las ciudades fronterizas mexicanas a la espera de resolver su solicitud.
Guatemala, Honduras y El Salvador firmaron convenios similares para recibir a solicitantes de protección de sus vecinos del sur.
Durante una citación que tuvo en el Congreso de Estados Unidos, Wolf afirmó que no era su trabajo determinar si la política Tolerancia Cero era correcta o no, aunque expuso que estuvo de acuerdo cuando Trump puso fin a la misma.
Aparte de la separación de familias y más restricciones a las políticas de asilo, EE. UU. también ha intensificado la persecución a los migrantes sin autorización de estar en el país, práctica a cargo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés), e incluso ha advertido que irán tras las empresas que acepten trabajadores con un estatus migratorio irregular, o bien sea que admitan a empleados que han utilizado un permiso de trabajar falso, una práctica recurrente entre quienes llegan a aquel país en busca de empleo.
Seguirá persecución
Aunque para algunos, Wolf puede no ser tan severo con las políticas migratorias como, al parecer, sí lo fueron sus predecesores Kevin McAleenan y Kirstjen Nielsen, lo cierto es que organizaciones pro migrantes en EE. UU. creen que la situación no cambiará.
“No esperamos nada nuevo, ni nada bueno. Básicamente nosotros creemos que las cosas van a seguir igual, puede que incluso sea un poquito peor por el coraje que tiene Trump con esto del impeachment —juicio político— que se sigue en su contra”, afirmó Francisco Moreno, director ejecutivo de la Federación de Confederaciones Mexicanas.
Después de recordar que Wolf fue uno de los artífices de la separación de familias, calificada por organismo de derechos humanos como cruel e inhumana, Moreno dijo que su organización está en alerta para contrariar las políticas que puedan afectar más a los migrantes; por ejemplo, citó que ahora el Gobierno trata de cerrar el camino a la nacionalización de los residentes legales.
“Nos están acorralando para que los residentes legales no puedan convertirse en ciudadanos, porque la percepción de Trump es que estos ciudadanos puede ser votos en contra”, precisó.
Para Úrsula Roldán, directora de Proyección y Dinámicas Globales de la Universidad Rafael Landívar, las políticas migratorias de Trump no van a disminuir porque la migración es uno de los bastiones de su campaña política, por lo cual, la presión se mantendrá sobre los países centroamericanos para hacer realidad “los mal llamados acuerdos de cooperación que en realidad son de tercer país seguro”.
“No creo que el secretario —Chad Wolf— disminuya esa presión, ni la presión sobre la seguridad fronteriza”, expuso Roldán, incluso aunque Trump está en medio de un juicio político que podría destituirlo y que podría pensarse que se centrará en su defensa más que en la migración.
La analista precisó que los países centroamericanos y México deberían negociar en grupo con EE. UU. para evitar la imposición de acuerdos y buscar el beneficio de la población migrante para evitar preocupaciones cada vez que haya un cambio en el DHS.
“En la medida que las políticas no se discutan en términos de seguridad humana y las causas estructurales de la migración seguirán poniendo a nuestros países en riesgo y seguiremos preocupándonos por quien asumirá la Secretaría de Seguridad —de EE. UU.—“, señaló Roldán.
Continua rotación
Wolf, quien ya trabajó en la Administración de Seguridad del Transporte, se convertirá este martes 12 en el quinto titular del DHS, departamento que ha rotado a su cabeza como ningún otro en el Gobierno de Trump.
Antes de McAleenan, que deja el puesto este 11 de noviembre, y Nielsen, también ocuparon dirigieron el DHS, John Kelly y Elaine Duke.
El Departamento de Seguridad Interna es el tercero más grande del Gobierno y cuenta con más de 240 mil trabajadores, 20 agencias y un presupuesto cercano a los US$60 mil millones. Cada secretario ha estado en el puesto un promedio de ocho meses.
Legado de McAleenan
- La misión de Kevin McAleenan desde que llegó al DHS fue reducir la migración irregular en la frontera que había provocado una crisis humanitaria, para lo cual adoptó varias medidas.
- Acuerdos de cooperación sobre recepción de asilo con Guatemala para que aceptara a solicitantes de Honduras y El Salvador.
- Acuerdos de asilo con El Salvador y Honduras para que estos a su vez aceptaran solicitantes de otros países.
- Acuerdos con Centroamérica para hacer pruebas de ADN a menores que intenten cruzar las fronteras con sus padres.
- El 7 de agosto se produjo una gran redada en Misisipi, en la cual EE. UU. detuvo a casi 700 migrantes irregulares, de los cuales 400 eran guatemaltecos. Muchos ya fueron deportados y sus familias quedaron desintegradas.
- Reducción de hasta el 90 por ciento el número de familias y menores de edad que se entregan en la frontera sur de EE. UU. al comparar mayo, el mes más álgido, con octubre.
- Se acentuó el Acuerdo del Protocolo de Protección a Migrantes con México mediante el cual es regresada a este país cualquier persona que haya solicitado asilo en EE. UU., para que espere la resolución de su caso, a la fecha suman más de 47 mil en las ciudades fronterizas mexicanas.
Triste historia
La política Tolerancia Cero afectó a muchas familias guatemaltecas, cuyos padres, madres o ambos presenciaron cómo agentes de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. les arrebataban de las manos a sus hijos.
Uno de esos dramas lo vivió la familia de Elmer Oliva , un jutiapaneco que desde el 2016 migró EE. UU. porque estaba amenazado de muerte en su tierra natal. Las amenazas aumentaron al punto que tomó la decisión de que su esposa y dos hijos hicieran lo mismo en mayo del año pasado.
A más de un año de que ocurriera la cruel separación de sus dos hijos, de 17 y 9 años, Oliva narra que no ha sido fácil recomponer a su familia, sobre todo a la menor, Keyri, que de noche aún se despierta llorando, afectada por aquel trauma.
Keyri acaba de cumplir 10 años y su padre asegura que la ha llevado con psicólogos y especialistas; además, las maestras de la escuela “la tratan bien”, tiene amigas y vive una vida “normal”; sin embargo, cuenta Oliva, por las noches se despierta llorando y gritando, y al cobrar conciencia no recuerda que tuviera alguna pesadilla.
“Nosotros pensamos que es por lo mismo que a ella le tocó vivir. Hemos estado unidos, vamos a la iglesia, tenemos acompañamiento espiritual y les damos mucho cariños a nuestros hijos para que olviden el trauma”, señala Oliva, quien a la fecha aún está pendiente de resolver su caso de asilo, un proceso que sus abogados le han advertido será largo.
La pequeña, contó Oliva, les narró cómo, mientras estuvo en un centro de detención de Texas, le gritaban, la jalaban del pelo y le decían que su familia la había abandonado porque habían sido deportados. Además, la despertaban a las 3 de la madrugada para contarlos.
El testimonio de la pequeña Keyri es utilizado en una demanda que Oliva encabeza en contra del Estado de EE. UU. por los daños psicológicos causados a su hija. Hoy vive junto con su familia en Worcester, Massachussets, condado habitado por muchos hispanos.
La esposa de Elmer y sus hijos llegaron a la frontera el 19 de mayo del 2018, 10 días después de que habían partido de Guatemala. Ese mismo día fueron separados de la madre, así estuvieron durante seis semanas. Fue hasta finales de junio del mismo año que la familia completa se reunión de nuevo.
Acerca del día en que fueron separados, la esposa de Elmer expuso en una entrevista con The New York Times: “Pensé que nunca más los volvería a ver, el guardia me decía ‘olvídense de sus hijos’, yo pensaba que no sabría más de ellos”.
Respecto del momento en que fueron separados añadió entre lágrimas: “Me llamaron y llamaron a las mamás, la nena me agarró y yo pregunté por qué se la van a llevar, fue muy duro, nos abrazamos y pensé hasta cuándo te voy a ver, luego llegó un policía y me dijo ‘¡ya déjala, ya déjala!, y se fue”.
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