La reserva está reconocida por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), debido a que se trata de un humedal, ubicado frente al Lago de Izabal, uno de los principales destinos turística del caribe guatemalteco.
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De acuerdo con autoridades, la reserva hace un aporte “importante” para la recuperación de zonas que fueron utilizadas para la extracción de recursos minerales.
Manolo Gudiel, supervisor ambiental de la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN), explicó que en la reserva se impulsan proyectos de conservación de varias especies como cocodrilos americanos, monos aulladores y aves; además, hay viveros de árboles endémicos y de orquídeas.
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“Buscamos generar de una forma sostenible los recursos que tenemos y con ello se logra trabajar en áreas de recuperación que fueron con anterioridad trabajadas para extracción de minerales, es una forma de lograr a corto plazo la restauración del ecosistema”, añadió Gudiel.
Procesos
Los procesos ecológicos, el manejo sostenible de los recursos y el aporte a la investigación y educación ambiental hacen de la reserva Setal un sitio predilecto para estudiantes de varias regiones del país.
Pedro González es el guardarrecursos que se encarga de monitorear la calidad de vida que llevan los animales que habitan la reserva, así como de las aves que descansan en ella durante su recorrido migratorio.
González señaló que durante la temporada de reproducción de crías de cocodrilo han nacido hasta 638 ejemplares y que a que al menos ocho manadas de monos aulladores habitan la reserva. En total son 60 primates lo que hay en el lugar.
Plantas
Para que el manejo de la reserva sea sostenible, el área ha sido divida con el objetivo de fortalecer la biodiversidad, según los encargados del lugar.
Andrés Caal, guardarrecursos encarado de los viveros, señaló que previo a un proceso de explotación de áreas se lleva a cabo un recorrido donde se recolectan todas las orquídeas para que reproduzcan en el vivero y luego son reinsertadas en áreas de recuperación.
Caal añadió que todas las especies de árboles con las que trabajan son nativas muchos sirven de alimento para los animales.
“Los ciclos biológicos se mantienen intactos en la reserva a pesar de encontrarse a pocos metros del trabajo minero, con ello se demuestra el buen manejo del ecosistema en la región”, agregó.
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El proyecto logra un impacto directo en unas 130 comunidades de El Estor, las cuales participan en los programas de conservación de recursos renovables, algo que fortalece la protección de los ecosistemas de la región.
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