Experimentos de este tipo “son injustificables desde un punto de vista ético“, lamentó el portavoz del gobierno Steffen Seibert, y exigió explicaciones de los grupos implicados.
Volkswagen, BMW, Daimler y OEM Bosch se enfrentan a dos casos separados, casi simultáneos, que involucran a una organización de investigación que financiaron, el EUGT, ahora cerrado.
El primer escándalo, revelado por el diario The New York Times, dijo que en 2014 en Estados Unidos se hicieron pruebas con monos que estaban encerrados en frente a dibujos animados mientras se les hacía respirar el humo emitido por la última versión del escarabajo (Beetle), modelo emblemático de Volkswagen.
El objetivo era “probar que los vehículos diesel de tecnología reciente son más limpios que los modelos viejos”, afirmó el diario al mencionar el argumento clave de estos fabricantes para entrar al mercado estadounidense.
Volkswagen reaccionó desde el sábado e indicó que tomaba “claramente distancias con cualquier forma de maltrato de animales”.
Pero el caso adquirió una nueva dimensión el lunes cuando el diario alemán Süddeutsche Zeitung afirmó que estos tests sobre los efectos de la inhalación de dióxidos de nitrógeno (NOx) también fueron efectuados con 25 humanos sanos.
Tomar distancia
Un instituto médico en la ciudad de Aquisgrán (oeste), a cargo de EUGT, hizo inhalar en 2013 y 2014 diferentes concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) a 25 personas en buen estado de salud, informaron ambos periódicos.
Este estudio “no tiene nada que ver con el escándalo del diésel”, que afecta desde hace dos años a varios fabricantes, entre ellos a Volkswagen, ni tampoco con las pruebas con los monos, se defendió este lunes el instituto.
El objetivo era medir el efecto de la exposición al NO2 en el lugar de trabajo, “por ejemplo para los conductores de camiones, mecánicos o soldadores”, y así recomendar una posible reducción de los umbrales regulatorios, explicó el instituto.
Pero Daimler se “distanció expresamente del estudio y del EUGT”, según un portavoz consultado, mientras que BMW desmintió haber participado.
Volkswagen aseguró en una última reacción que un “consejo científico independiente” estableció los temas de investigación “muy variados” de este organismo, fundado en 2007 por grupos alemanes.
Sin embargo, ninguna de sus declaraciones fue suficiente para aplacar la polémica, y reavivó la crisis de confianza que afecta a los grandes fabricantes de autos después de las revelaciones sobre la alteración a gran escala de sus modelos diesel.
“La imagen de los fabricantes de automóviles se vio golpeada de manera importante con el escándalo de los motores alterados y las revelaciones actuales afectan aún más”, estimó Claudia Kemfert, del instituto económico DIW, citado por el diario Handelsblatt.
El presidente del Consejo de Vigilancia de Volkwagen, Hans Dieter Pötsch, también criticó los supuestos experimentos.
“En nombre del conjunto del Consejo de Vigilancia me distancio con total determinación de este tipo de prácticas“, afirmó Pötsch desde la sede de Volkswagen en Wolfsburg y consideró que esos experimentos “no son de ningún modo comprensibles”.
Ya el viernes pasado, Daimler y BMW se distanciaron de los experimentos y aseguraron que coches de esas marcas no habían sido utilizados en los mismos.
Consternación
Bernd Althusmann, ministro de Economía de Baja Sajonia, un estado federal accionista de VW, calificó por su lado estos experimentos de “absurdos e inexcusables”.
“El comportamiento del grupo debe respetar los requisitos éticos en todos los aspectos”, dijo.
A fines de 2015, el grupo Volkswagen había reconocido haber equipado 11 millones de sus vehículos diésel –de ellos unos 600 mil en Estados Unidos– con un programa que falseaba los tests sobre contaminación y disimulaba emisiones que a veces eran hasta 40 veces superiores a lo autorizado por las normas.
Tras el “dieselgate”, los constructores alemanes decidieron poner fin a la actividad del UEGT, actualmente en liquidación, según precisa Süddeutsche Zeitung.
Este escándalo “afectará de manera perdurable la confianza de las personas hacia la industria automotriz”, estimó Ferdinand Dudenhöffer, director del Centro de Investigación Automor.