El paso se enmarca en la Ley para Contrarrestar a los Adversarios a través de Sanciones (CAATSA, en inglés), una ley de sanciones aprobada por el Congreso estadounidense el pasado verano (boreal) que exigía la elaboración de una lista de este tipo en reacción a la presunta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses y en la guerra en el este de Ucrania.
El presidente Trump firmó entonces la ley de mala gana, argumentando que le atacaba las manos de forma inconstitucional.
La lista incluye a 210 figuras políticas y “oligarcas” por su cercanía al régimen ruso. Entre ellos, 114 figuras políticas como el primer ministro, Dimitri Medvedev, o los ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, y de Defensa, Serguei Shoigu, así como más de 40 miembros de la administración presidencial, aunque no el propio Putin.
También incluye a directores ejecutivos de importantes compañías estatales como la exportadora de gas Gazprom o la petrolera Rosneft o los jefes de principales agencias de espionaje, como el FSB, el SVR o GRU.
La composición también desató burlas en Moscú. “Parece un 'quién es quién' de la política rusa”, dijo el vicejefe de Gobierno ruso, Arkadi Dvorkovich.
Washington ha copiado la guía de teléfonos del Kremlin, escribió el funcionario de Exteriores, Kosntantin Kossachov, en Facebook. “Es una paranoia política muy difícil de tratar”.
Hasta el propio Putin ironizó con la ausencia de su nombre en la lista. “¡Qué vergüenza!”.