Musk, inventor e inversor de proyectos de ingeniería, decidió poner como tripulación del Falcon Heavy a un maniquí con un traje espacial al volante de un automóvil eléctrico rojo de Tesla, su otra empresa emblemática.
“Me encanta la idea de un vehículo yendo hacia el infinito en el espacio y que puede ser descubierto por una raza extraterrestre en millones de años”, había imaginado el año pasado Musk, que aspira ni más ni menos que a colonizar Marte.
SpaceX había dicho este martes que “cuando Falcon Heavy se eleve, será el cohete actualmente operativo más poderoso del mundo”.
Al despegar tras encenderse sus 27 motores Merlin para generar un empuje de más de dos mil 500 toneladas -el equivalente a 18 Boeing 747 verticalmente-, este conjunto de tres Falcon 9 no apuntará directamente a Marte.
El destino de este vuelo es el espacio profundo, a una distancia aproximadamente equivalente a la que hay de Marte al Sol, y ahí la nave se pondrá en órbita después de que los tres lanzadores hayan emprendido su regreso al continente.
Problemas colosales
Esto es, claro está, si el cohete no sufre ningún problema técnico.
SpaceX, que solo ha efectuado pruebas estáticas, está muy consciente del riesgo de falla. Y Elon Musk había dicho el lunes que ya sería un éxito si el cohete “se separa de la plataforma de lanzamiento y no la hace estallar en mil pedazos”.
Una cautela justificada por las colosales apuestas que supone el proyecto. En términos tecnológicos, por supuesto, pero también en términos del ahorro de costes que puede implicar tal éxito.
SpaceX afirma que Falcon Heavy “puede trasladar el doble de carga útil que el cohete operativo más poderoso existente, el Delta IV Heavy”, a un tercio del precio.
Según la United Launch Alliance, que opera los Delta IV, el costo de un lanzamiento es de US$350 millones.
A esto se agrega una dimensión geoestratégica significativa. Si SpaceX gana su apuesta, la NASA podrá prescindir de la ayuda de los rusos y su nave Soyuz para enviar hombres al espacio.
La compañía ya obtuvo un contrato de US$1 mil 600 millones con la Agencia Espacial estadounidense para abastecer a la Estación Espacial Internacional (ISS).
En SpaceX, “de cada fracaso que han tenido se han recuperado”, dijo a AFP Erik Seedhouse, profesor de la universidad estadounidense Embry-Riddle, especializada en el sector aeroespacial, e insistió en que el año pasado la compañía “hizo más lanzamientos que cualquier país del mundo”.
Con su potencia, solo superada en la historia por el cohete Saturn V de la NASA que llevó a los astronautas de las misiones Apolo a la Luna, el Falcon Heavy podrá poner en la órbita baja terrestre hasta 63.8 toneladas, casi tres veces la carga que puede llevar un Falcon 9.
Contradiciendo un comunicado de su propia empresa, Elon Musk dijo el lunes que en realidad no será el Falcon Heavy sino otro de sus proyectos, el cohete “Big Fucking Rocket” (literalmente “maldito gran cohete”) que llevará humanos a la Luna o Marte.
El Falcon Heavy, entonces, abrirá el camino.