En su administración se enfrentó a la corrupción local, pero en su primer año logró controlarla. A los dos años ya estaba erradicada. Su metodología es no intrusiva ni confrontativa. Consiste en acercarse a las autoridades y plantearles el problema en su institución y como prevenir o erradicar el mal.
Este miércoles impartirá una conferencia ante alcaldes, políticos y funcionarios, en la que dará detalles sobre su propuesta. En Guatemala el proyecto es coordinado por la Fundación Esquipulas y apoyado por cooperación internacional.
¿Cómo se debe tratar la corrupción?
Hay que penalizarla, pero no criminalizarla. Hay una diferencia importante, cuando algo se convierte en un crimen, el tratamiento es diferente que algo que es ilegal, tiene una pena.
Nos hemos ido a la criminalización de los buenos y los malos, hemos empezado a investigar, a perseguir, a castigar y encarcelar a la gente, que no está mal para dar una señal clara de que hay que cambiar al sistema y no hay impunidad.
Llega un momento en que hay que revisar el diagnóstico y cambiar el tratamiento. Guatemala está en ese momento, tiene que parar y reflexionar si quiere seguir haciendo lo que está haciendo o hay que cambiar el tratamiento para lograr bajar la corrupción.
¿Hay cura para la corrupción?
Por lo menos estamos vacunados, no sé si curados. Hay una fórmula sencilla, la corrupción existe en la forma simplificada, cuando hay monopolio en las decisiones, discrecionalidad y falta de rendición de cuentas.
Las investigaciones en Guatemala han implicado a políticos y empresarios, ¿Entonces son las personas o el sistema?
Está en el sistema. Está bien castigar eso, develarlo, poner a la gente a la cárcel, pero no pueden seguir operando porque el problema ya está y van a matar al paciente. Hay que buscar otro método para quitarle la enfermedad.
¿Cómo responder a la población que pide justicia?
Los políticos son el resultado de nuestras sociedades, nosotros los elegimos, y nosotros somos tan cómplices como el resto de la gente. Algunos tenemos que participar en la corrupción porque no le queda otra cosa al sistema, pero el sistema está allí, está funcionando. La gente no paga impuestos, engaña en los exámenes y cuando llegan al gobierno hacen lo mismo, pero en grande.
Está bien, se ha hecho una operación, se ha develado el problema, se ha traído a la mesa, el problema era un tabú, ahora se está discutiendo, pero el diagnóstico está equivocado.
¿Se debía encarcelar al expresidente Otto Pérez Molina por corrupción?
Era un caso emblemático, nosotros siempre hablamos de freír un pez gordo para dar una señal clara a la sociedad y que eso no se repita, pero hay un límite a eso, si freímos a todos los peces nos quedamos sin mercado. Esto no está solucionando el tema de la corrupción, está persiguiendo a la gente, entonces, entre reducir la corrupción y exigir justicia, hay que tener un balance.
¿El temor a la judicialización evita que la corrupción siga?
Claro que no, porque el sistema está intacto. El que viene detrás hace lo mismo, aprende el sistema y lo explota, porque el sistema es corrupto. Más importante que los hombres corruptos es perseguir a los sistemas, hay que transformarlos, modernizarlos, cambiar esa ecuación de monopolio, discrecionalidad y falta de rendición de cuentas.
Si la corrupción está en el sistema, ¿cómo se hereda en los políticos?
Lo que pasa es que el sistema es corrupto, si no hacemos que el financiamiento de la política sea transparente y legal, el que venga a hacer política, aunque sea previamente honesto va a terminar siendo corrupto.
¿Cómo saber cuándo es suficiente “castigo” ?
No hay una fórmula mágica, pero lo que sí es cierto es que, si el énfasis sigue siendo en la criminalización, se va a meter mucha gente en la cárcel, pero la corrupción va a seguir.
La corrupción va a seguir, la pregunta es quieren parar la corrupción o quieren castigar a la gente. Casi es una disyuntiva, yo creo que la señal está dada, presidente y vicepresidentes en la cárcel perfecto, pero ahora cambiemos el sistema, si permanece llega por el siguiente presidente y hace lo mismo.
¿Qué opina del intento de expulsión del comisionado de Cicig, Iván Velásquez?
Yo no soy un experto en Guatemala y no quiero entrar en el tema político, pero sí me doy cuenta que el diagnóstico está equivocado y el tratamiento está equivocado, está causando este tipo de cosas, estamos discutiendo sobre el cirujano, si es bueno y si es malo, si se tiene que ir o si tiene que quedarse.