Según Alfons Kenis, coautor del modelo de cabeza realizado a partir de pruebas de ADN de un esqueleto completo, aunque los seres humanos se definan por su nacionalidad, el “Cheddar Man” pone de manifiesto que “todos somos inmigrantes“.
El “Cheddar Man”, cuyos restos fueron encontrados en 1903, llegaba a medir 1,66 metros y tenía una esperanza de vida de 20 años. Al igual que el resto de hombres del Mesolítico que poblaban Europa, era intolerante a la lactosa, por lo que no podía tomar leche de adulto.
“Parece que el color claro de ojos entró en Europa mucho antes que la piel clara o el cabello rubio, que no llegaron hasta el comienzo de la ganadería“, señaló el investigador Tom Booth.
Hasta ahora, siempre se había asumido que la piel de los humanos se tornó rápidamente más pálida cuando llegaron a Europa, hace unos 45 mil años, añadió. No en vano, “la piel clara absorbe mejor la radiación ultravioleta y ayuda a combatir el déficit de vitamina D en climas con menos sol”.
Ian Barnes, del Museo de Historia Natural, se mostró entusiasmado ante la combinación del color de ojos y piel y las particularidades del rostro del “Cheddar Man”. Según dijo, era muy particular.
“Cheddar Man” era parte de una población de cazadores-recolectores que emigró desde Medio Oriente al norte de Europa al final de la última era glacial. Hoy en día, alrededor de un 10 por ciento de la población británica blanca es descendiente de ellos.
El cambio hasta una tez más clara dominante entre los británicos se debió en parte “a la invención de la agricultura” y a la modificación de la dieta, más pobre en vitamina D, explicó la investigadora Selina Stringer.
“No sugerimos que 'Cheddar Man' evolucionó hasta desarrollar una piel más clara, sino que hubo oleadas de población de personas que dominaban la agricultura, y aportaron el gen de un color de piel más clara”, añadió.