La segunda dinámica perversa, según los obispos, es “la lucha por determinados sectores de obtener ventajas, prebendas y privilegios en base a su organización y su capacidad de gerenciar la conflictividad para obtener, de un Estado débil recursos que al final terminan siendo obtenidos no de los impuestos de todos sino del endeudamiento público que crece a ritmo alarmante. “Se trata del grave fenómeno de la corrupción generalizada”.
Pero también hay motivos de esperanza ante tanta adversidad, dice la CEG, que se inspira en el Salmo 15: ¿Señor, quién se hospedará en tu tienda? ¿Quién habitará en tu monte santo?. La respuesta está, explica el comunicado, en los elementos “de nuestra conducta, como personas, como comunidades, como país y como élites”.
“El de conducta integra que actúa con rectitud” es una de las sugerencias de los religiosos, quienes invitan a que “como ciudadanos y como creyentes a poner la integridad como valor fundamental sobre el que necesitamos construir después otros muchos valores”.
“El que es sincero cuando piensa y no calumnia con su lengua”, es otra de las respuestas al salmista, por lo que afirman que “el buen actuar no se corresponde con la hipocresía sino con la sinceridad”.
“Quien no daña a conocidos ni agravia a su vecino”, es la tercera respuesta, en donde explican que todos los ciudadanos deben hacer un examen de conciencia, “criticar a los de arriba es importante, pero no nos exime de calibrar nuestra propia conducta”, dicen.
“El que no presta a usura su dinero ni acepta soborno contra el inocente”, para los obispos está clara “la condena a las prácticas de corrupción que tanto daño nos hacen hoy en Guatemala”.
Los religiosos aseguran que en medio de tanta aflicción y angustia, se dan gracias a Dios porque hay mucha gente buena “que lucha y se esfuerza por sacar adelante a su familia, por ayudar a su comunidad, por dar testimonio de fe en Dios y de amor al prójimo en condiciones difíciles”.