Las trampas o biobardas -elaboradas con botellas de plástico- son colocadas por representantes de organizaciones ambientales, Ejército, estudiantes y del Ministerio de Ambiente en los arroyos que desembocan al lago Petén Itzá.
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Se dijo que con la colocación de esos sistemas se evita que toneladas de desechos, principalmente plásticos, lleguen a ese manto de agua, principalmente cuando llueve, pues el agua arrastra grandes cantidades de basura.
De acuerdo con Pablo Puga, delegado del Ministerio de Ambiente, los desechos sólidos y las aguas residuales son dos de los principales contaminantes que afectan el lago Petén Itzá y también otros cuerpos de agua en el departamento, por lo que la colocación de estas barreras contribuye a disminuir la contaminación.
Se acuerdo con las instituciones que forman parte del proyecto, de momento se han colocado 25 biobardas, pero los esfuerzos mejorar la calidad del lago Petén Itzá continúan, por lo que en los próximos días se trabajará en otros afluentes que desembocan en ese manto acuífero.
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De acuerdo con la publicación “Biobardas, un ejemplo para el mundo” del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marn), esos sistemas surgieron ante la necesidad de contener la contaminación que llega a las fuentes de agua y cuyos resultados han sido satisfactorios.
“Las Biobardas son, entre otras, una respuesta a la alta contaminación de los ríos, la que en buena parte se origina por el aumento de la población, el uso inadecuado del suelo, abuso de plaguicidas, concentración industrial, lanzamiento de desechos y basura y el bajo nivel de educación y conciencia ambientales; todos factores que han contribuido durante años a la contaminación de los afluentes en nuestro país, pero también en otros muchos que tampoco escapan a este fenómeno ambiental”, cita la publicación hecha en el 2018.
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