De lo que casi nadie se escapa es del placer de contemplar la belleza de las flores que anuncian la Cuaresma, el matilisguate, el guachipilín, el nazareno y la gravilea, pero sobre todo el color morado de la jacaranda, que inunda algunas calles de las urbes y caminos del área rural del país.
Los tintes llamativos de estas plantas, así como la frescura de sus hojas, murmuran que la solemnidad está a la vuelta de la esquina y que, según la tradición católica, durante 40 días habrá que reflexionar, hacer penitencia y efectuar una conversión espiritual.
Esta festividad comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Ramos. Su duración se basa en la simbología del número 40 bíblico —40 días del Diluvio, 40 años de la marcha del pueblo judío por el desierto, 40 días de Moisés y Elías en la montaña y los 40 días que Jesús permaneció en el desierto antes de su vida pública—.
Los colores litúrgicos expresan la vivencia de la Iglesia o pueblo de Dios, de manera que, cuando observamos las vestiduras del sacerdote y el ornato del templo, podemos imaginar cuál será el carácter de la consagración, indica el fraile Nelson Medina.
Coloración
Aunque la tonalidad morada es la que domina el ambiente, la Iglesia Católica en sus celebraciones de la Semana Santa —igual que en la Navidad— también utiliza el rojo (Domingo de Ramos y Viernes Santo) y el blanco (Domingo de Resurrección) en los ornamentos y el cortinaje, así como en la vestimenta de los clérigos, especialmente la casulla.
De acuerdo con el Misal Romano, publicado en 1969, que regula el tono de las vestiduras de la Iglesia, el tinte morado representa la preparación espiritual y penitencia durante la Cuaresma. También se emplea en la administración del sacramento y en los sufragios por los difuntos. “Indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús. Es el signo de la austeridad”, subraya el sacerdote Fernando Divassi.
“Es el color que desde la Edad Media significa contrición y la tradición fue traída por los españoles durante la Colonia” afirma el historiador Johann Melchor, quien explica que la floración de la jacaranda y las demás plantas en estas fechas es coincidencia.
El Vaticano decidió conservar este color como asociación de luto —por la crucifixión de Jesús—, y recordatorio para enfrentar nuestros pecados y ayudar al prójimo para acercarnos más a Dios y a su reino, indica Medina.
El cuarto domingo de Cuaresma —Laetare—, rompe con esta línea porque se emplea el rosa que expresa una relajación del rigor penitencial de estos días. “Señala una pausa en esta época y es símbolo de alegría, pero efímera”, explica Divassi.
El rojo representa la sangre y la fuerza del Espíritu Santo. Se refiere a la virtud del amor de Dios. Es usado principalmente en la conmemoración del Domingo de Ramos y Viernes Santo. “Significa el don del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe, hasta derramar la sangre en el martirio”, amplia Divassi.
El blanco, que se dispone el Domingo de Resurrección, representa a Dios. La vida divina de gracia, de la luz, la alegría y la inocencia. Se usa durante la Pascua. Se emplea también en las fiestas y solemnidades de Jesucristo no relacionadas con la Pasión (Sagrado Corazón de Jesús, Ascensión, Cristo Rey), en los festejos vinculados con la institución o culto de la Eucaristía (Misa de la Cena del Señor, Corpus Christi), cita el Misal Romano.
Los ornamentos de fondo dorado y plateado pueden sustituir a los de cualquier color en ocasiones de solemnidad, excepto al morado y el negro, de acuerdo con lo que señala la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Iglesia Católica. El dorado normalmente se usa en las celebraciones más importantes del año y en esta época durante la Vigilia del Domingo de Pascua.
Para cualquier momento
El verde se puede emplear en cualquier día de la semana cuando no hay ninguna fiesta especial. Representa el fruto bueno que Dios espera de nosotros y la virtud de la esperanza, de la frescura y la lozanía del alma. “Expresa la juventud de la Iglesia y el resurgir de una vida nueva”, resalta Divassi.