PLUMA INVITADA
Este Día de la Mujer ¡tumbemos los techos!
Hoy nadie duda que se ha avanzado mucho en las Américas en cuanto a la participación de las mujeres en la política. Pero estas cifras no se traducen en representación equivalente en puestos directivos en los partidos o en los promedios de representación en los congresos que, regionalmente, oscila entre el 22 y 24%. Son tres los “techos”, por usar una analogía, que enfrentan las mujeres en sus carreras políticas y que limitan su necesaria representación.
Los techos de cristal no son más que esos obstáculos invisibles que les impiden a las mujeres ir avanzando en sus carreras políticas. Esos impedimentos no están escritos en las leyes ni en los reglamentos ni en los códigos visibles en los que operan hombres y mujeres, sino que se manifiestan en situaciones en las que una mujer, en vez de ir obteniendo cargos de mayor responsabilidad y liderazgo por su preparación y experiencia, se estanca dentro de una estructura política. Los techos de cemento son las propias limitaciones que las mujeres con inquietudes políticas se autoimponen, dados los altos costos personales y familiares que tiene el hacer política. Los techos de billetes son las limitaciones financieras que tienen las mujeres para candidatear. Las asimetrías socioeconómicas se replican en el ámbito político; por tanto, la posesión de recursos o la capacidad de recaudación se hace usualmente más difícil para las mujeres. A todo esto, hay que sumarle una desigual división del trabajo que se convierte en un impedimento para que puedan salir a recaudar fondos, y en general hacer una carrera política.
La pregunta, es entonces, ¿qué podemos hacer para romper esos techos de cristal, de cemento y de billetes? Para romper los techos de cristal hay mucho que hacer desde lo social, hay que ir cambiando actitudes, valores, estereotipos, expectativas sobre los roles que ocupamos hombres y mujeres en la sociedad, y en la política. Pero desde lo institucional, mecanismos como las leyes de cuotas, las leyes de paridad generan certidumbre en las reglas del juego.
Romper los techos de cemento es más complejo que romper los de cristal, ya que estos nos los imponemos nosotras mismas, y solo nosotras podemos romperlos. Desde los espacios institucionales, el esfuerzo tiene que estar en formar cuadros de mujeres con seguridad en sus capacidades, y aliados que no cuestionen su decisión de entrar a la esfera pública, sino que apoyen esta decisión. Otras medidas que reducen los costos de hacer política son leyes como la pionera en Bolivia, que protege a las mujeres candidatas, electas o en el ejercicio de la función político-pública de situaciones de agresión o acoso. Finalmente, para romper los techos de billetes, medidas como el financiamiento público (directo o indirecto) específicamente dirigido a candidaturas femeninas son una buena práctica que ya está en uso en países como Brasil, Costa Rica, México y Panamá, y que ayuda a nivelar la cancha en favor de las mujeres.
Nuestro norte debe ser garantizar la inclusión de las mujeres en los procesos de toma de decisiones públicas. Esto ayuda no solo a garantizar sus derechos, sino que mejora la calidad de las decisiones que salen del sistema político, y mejora nuestras democracias. Esto es algo en lo que hay que seguir trabajando.