EDITORIAL
Populismo amenaza libertad de expresión
La ocupación de las instalaciones del diario O Globo de Brasil por parte de un grupo de supuestos campesinos, hombres y mujeres, integrantes del Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, provocó ayer las más airadas protestas por la forma violenta en que ingresaron en los talleres de impresión, lo cual no pudo evitar la seguridad ni ninguna fuerza gubernamental, pese al despliegue de recursos utilizados para movilizarse.
Los manifestantes señalan al diario de manipular la información en favor del actual mandatario, Michel Temer, situación que no los faculta para tomar medidas de hecho, ni mucho menos a protestar armados de machetes en contra de uno de los medios de comunicación más importantes de Brasil.
Es notorio que ese descontento pudo haber sido instigado por políticos que enfrentan procesos judiciales y ven en la fiscalización de los medios de comunicación un riesgo para sus mezquinos intereses, como ocurre actualmente con el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien ha sido condenado a prisión en dos instancias diferentes.
Guatemala no es ajena a ese tipo de episodios, pues en julio del 2003, en la capital, ocurrió algo parecido, cuando turbas de encapuchados, dirigidos por diputados del extinto Frente Republicano Guatemalteco, sembraron el terror en varias zonas de la ciudad para exigir al Tribunal Supremo Electoral la inscripción como candidato presidencial del general Efraín Ríos Montt.
Un espectáculo que evidenció la mezquindad de la dirigencia y la falta de escrúpulos de un militar trasnochado, que días antes había lanzado un amenazante discurso advirtiendo de que las cosas se podían salir de control, como efectivamente ocurrió, aunque en esa ocasión tampoco logró su objetivo, pues un fallo de la Corte de Constitucionalidad prohibió de manera categórica su participación, por considerarlo golpista. El periodista Héctor Ramírez murió en esa ocasión, cuando intentaba escapar del acoso de un grupo de encapuchados.
Tanto los patriotistas como la Unidad Nacional de la Esperanza hicieron uso de gente de áreas marginales para sacarla a las calles, supuestamente para respaldarlos cuando las crisis los habían desbordado, tal y como ocurre con la manipulación que hace el seudodirigente Joviel Acevedo con miles de maestros que pone al servicio de los gobernantes de turno, con el único propósito de chantajearlos.
A raíz del surgimiento de los regímenes populistas en el cono sur, el acallamiento de la prensa ha sido uno de los mayores objetivos de mandatarios como el desaparecido Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Cristina Fernández, Evo Morales o Rafael Correa, porque han visto en la fiscalización de los medios de comunicación un valladar a sus desmanes, aunque algunos lograron hacerle un enorme daño a la libertad de expresión, como ocurrió en Ecuador durante el correísmo.
La condena que emitió ayer la Sociedad Interamericana de Prensa debe ser respaldada, porque en la mayoría de países de Latinoamérica el ejercicio periodístico está bajo amenaza, pues el populismo va de la mano con la intolerancia, lo cual se agrava en Estados corruptos dominados por líderes mesiánicos que más bien son una amenaza para la democracia.