REGISTRO AKÁSICO

Necesaria actualización del Ejército

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La dirigencia militar guatemalteca está abrumada por cumplir mandatos y políticas constitucionales. Pero, no ajusta las expectativas y demandas a la institución. Esto conduce a la obsesión por hacer desaparecer las amenazas presentes; como si eso, fuera posible. Por esa razón, estima insuficientes los recursos públicos que le destinan.

La Dirección General de Política de la Defensa efectuó el ejercicio denominado Foda. Señala como debilidades 1) la dificultad de gestión política y financiera, a pesar de ser conocida la capacidad de ejecución presupuestaria del Mindef; y, 2) la disminución de capacidad operativa, expresada tanto en limitaciones de medios tecnológicos así como depender de suministros extranjeros para cualquier modernización. A pesar de esa definición, en auténtica contradicción, esboza como directriz estratégica: la gestión de solicitudes de ayuda internacional y asistencia militar. Además reconoce que no existe el personal calificado para actuar en el campo de científico, debido a la falta de plazas para unidades especializadas.

El desconcierto para afrontar su función estratégica se expresa en el débil plan estratégico propuesto por la dirección mencionada. La evaluación de eficiencia se plantea con indicadores muy simples. Así, el control territorial terrestre se mide por los patrullajes, no por los resultados. Lo mismo sucede para la fuerza de mar y aire. Con el agravante de la notoria falta de medios para realizarlos. No se le puede exigir a la armada resultados, cuando su presencia marítima apenas es un puerto en cada uno de los océanos; y peor, con la fuerza aérea, cuya penuria es ampliamente reconocida.

También, la incomprensión se sitúa en el ámbito civil. El ejército solamente recibe críticas, ya que se le percibe como un gasto presupuestario agravado con una ampliación para salvar las plazas de los llamados batallones estratégicos. No se aprecia como un acomodo necesario para adaptarse a las nuevas condiciones de fortalecimiento del poder civil. Así, lo que constituía una virtud, se expuso como un vicio.

Sin ánimo de hacer señalamientos personales, existe un problema de ubicación. La institución armada ha sido incapaz de elaborar su carácter central como garante de la paz y reserva cuando se desborda el desempeño estatal ordinario. Tal impericia se encuentra en el modelo de Diseño de Fuerza por Capacidades, pues se descubre exiguo, cuando se relevaron las funciones de policía que no le competían. Así, ahora el mando cree su deber, efectuar una interdicción territorial.

Una definición tan limitada de su campo de acción, le impide observar la necesidad de desarrollar capacidades de aseguramiento informático, de ampliación de la presencia en el mar patrimonial y no solo de regulación marítima, capacidad mínima de protección en el espacio aéreo, colaboración de inteligencia y capacidad disuasiva frente a amenazas armadas. Tampoco se puede descalificar totalmente a los planificadores estratégicos pues conceden importancia a las operaciones para mitigación en caso de calamidad pública y consideran a la proyección diplomática castrense.

Lástima que los militares valoran cualquier comentario sobre la institución, como un ataque a sus cargos y funciones. A pesar de llamar a la ciudadanía para incrementar la conciencia nacional en los asuntos de la defensa nacional, se hacen de oídos sordos cuando los civiles opinan. No se trata de intrometerse para dar órdenes, sino comentarios constructivos, para que los profesionales de la milicia enriquezcan sus puntos de vista cuando especifican sus planes.

http://registroakasico.wordpress.com

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.