EDITORIAL
Jimmy Morales y el naufragio del FCN
El presidente Jimmy Morales terminó ayer de penetrar en el fango de las donaciones ilegales a su campaña política, como consecuencia de las declaraciones del empresario Andrés Botrán, coincidentes en mucho con lo expresado por Paulina Paiz, la semana pasada, respecto de un tema por el cual algunos representantes de la plana mayor del sector privado ofrecieron disculpas públicas.
Al ser señalados altos dirigentes del entonces minipartido que apoyaba en las elecciones a Jimmy Morales de haber participado en la recepción de fondos cuyo camino no ha sido posible descubrir, poca duda cabe de que el andamiaje del oficialismo se tambalea y que el panorama político nacional se encuentra envuelto en serias y mayores tormentas.
No se puede olvidar que, al momento de la recepción de esos dineros, el ahora presidente de la República era el secretario general del partido, y por tanto dentro de sus responsabilidades se encontraba el control del manejo de los fondos recibidos y de la legalidad de los procedimientos utilizados. Esto era fundamental, además, por los eslóganes políticos en referencia a la corrupción y el robo generalizados.
Ciertamente, algunas personas consideran que hay algún tipo de atenuante porque esas prácticas de dineros entregados bajo la mesa tienen una larga data. Pero así como la ignorancia de la ley no excusa su cumplimiento, la tradición de violarla tampoco excusa el castigo cuando los violadores son descubiertos.
Las declaraciones de la señora Paiz y del señor Botrán no se pueden criticar porque simplemente son como la reacción de alguien que ahora entiende haber hecho algo malo, y por ello está dispuesto a informar a las autoridades, tarea pocas veces realizada en Guatemala por razones de compadrazgo o de una mal entendida lealtad.
No es necesario conocer de leyes ni de conveniencia política para saber cuál debe ser el destino del partido: seguir la ruta de Líder, Patriota y todos los demás surgidos a la luz de la ambición personal, y sin ninguna característica partidista dentro de una democracia representativa, que necesita determinadas cualidades, no llenadas por ninguna de las actuales agrupaciones representadas dentro del Congreso de la República.
La crisis en que se encuentra el presidente Morales se vio agravada por el inesperado fallecimiento del único político con posibilidades de ayudarlo, pero esto era resultado exclusivo del liderazgo del jefe Arzú, imposible de mantener a causa de las características personales de quien dirigió férreamente los partidos que dirigió, como suficientemente ha sido señalado por comentaristas y editorialistas de Guatemala.
Es necesario señalar, además, que los guatemaltecos debemos estar preparados para hechos inesperados en el campo político. Al camino aún le falta largo trecho. Muchos advenedizos quedarán al margen, pero los que sean alcanzados tendrán muchos motivos para meditar lo que hacen.