Hay voces que aseguran que la táctica de “máxima presión” de Trump no tiene como fin un acuerdo más duro sino aplastar la débil economía de Irán para derribar a su régimen.
“Tenemos un presidente que es duro”, afirmó el abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, a un grupo de exiliados iraníes, y añadió: “tenemos un presidente que está tan comprometido con un cambio de régimen como lo estamos nosotros”
Pero la revolución iraní comenzada hace 38 años no se vendrá abajo sin luchar, y el riesgo de una guerra regional o de una nueva carrera armamentista nuclear, aumentan junto a las palabras otrora tabú: cambio de régimen.
Debacle de Irak
Celia Belin, exconsejera de política para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia y profesora visitante en la Brookings Institution de Washington, dijo que Europa no volverá a imponer sus propias sanciones contra Irán.
“Los europeos descubren poco a poco la doctrina de Trump de la 'papa caliente'”, explicó, describiendo el hábito del presidente estadounidense de provocar innecesarias batallas diplomáticas para hacer que las resuelvan otros.
“Sin embargo, no está claro si la administración Trump busca realmente un 'acuerdo real' o si él y su administración apuntan a un cambio de régimen”, advirtió.
“Estoy seguro de que lo quiere” (un cambio de régimen en Irán), afirmó, aludiendo a Trump, Rob Malley, exasesor del presidente Barack Obama, uno de los arquitectos del acuerdo de 2015.
“No pretendo ser un experto en Trump”, explicó Malley, jefe de resolución de conflictos del think tank Iternational Crisis Group, “pero estoy seguro de que la gente que está a su lado, como las dos personas que acaba de contratar o promocionar, Bolton y Pompeo, nunca han escondido que, según ellos, la única manera de cerrar este asunto es con un cambio de régimen y con una acción militar”.
Esa sentencia tiene una fuerte carga histórica en Washington, donde la campaña del 2003 para expulsar al entonces dictador de Irak Sadam Hussein y cambiar el régimen de ese país está considerada ampliamente como un error.
Se cree que la caída de Sadam y los posteriores movimientos insurgentes en Irak han favorecido la propagación de los grupos yihadistas y han dejado una puerta abierta para una mayor influencia de Irán en ese país.
El mismo Trump dijo estar en contra de la guerra, pero veteranos de la administración de George Bush, principalmente el recién promocionado Bolton, la defendieron, y en sus ataques contra Irán algunos ven un intento de reescribir la historia.
Para estos “halcones” conservadores, la creciente influencia de Teherán en la región es una consecuencia de la decisión de Obama de rebajar las sanciones, y no de la destrucción de su enemigo en Bagdad, liderada por Bush.
Con Bolton en el Despacho Oval, estas voces son cada vez más fuertes, y con ellas aumentan las posibilidades de un nuevo y mortífero conflicto.