Luego de identificarnos continuamos con el trayecto de dos kilómetros hasta llegar a San Miguel Los Lotes, no sin antes ser advertidos por un agente de policial: “Allá no hay nadie porque está lloviendo en las montañas y de un rato a otro se vienen los lahares”.
Al llegar al área se ve una pequeña borda construida con piedras y arena que los líderes comunitarios de El Rodeo pidieron que se construyera para evitar que los lahares lleguen hasta la aldea pues el martes, un lahar arrastró hasta la carretera piedras de todo tamaño y material volcánico.
Lea también: 20 centros de acopio para ayudar a las víctimas por la erupción del Volcán de Fuego
Ya en la zona cero solo el canto de las aves y el correr del agua de lluvia que se acumula en las montañas se escucha. Del suelo sale vapor, probablemente por el agua que corre debajo de la tierra y que se evapora al contactar con el material caliente.
En medio del fuerte olor por la descomposición natural de los cuerpos, se ven restos de comida y recipientes vacíos de agua, así como un par de carretas y otros materiales que seguramente seguirán siendo utilizados para continuar con los trabajos de búsqueda y rescate de víctimas de la tragedia.
Lea también: Inhuman en Jalapa a los seis hermanitos que murieron abrazados en la misma cama
El viento también hace de las suyas, pues mueve las láminas de los techos, también se observan algunas aves de corral que aún andan en los patios de viviendas a donde no llegó a plenitud el material volcánico, pero que fueron evacuadas por seguridad de los moradores, que ahora esperan que todo vuelva a la normalidad o que el Gobierno les facilite un lugar para vivir.
“Aquí ya nadie se queda, tienen miedo no solo que el volcán haga otra erupción fuerte, sino que se vengan los lahares al llover fuerte, esa cosa que hicieron —la borda— no va a aguantar”, afirma don Delfino Pérez, guardián de una finca de sector.
En San Miguel Los Lotes, la búsqueda ha sido intermitente desde el miércoles pasado porque el volcán sigue activo y las fuertes lluvias han provocado nuevos deslaves que elevan el peligro en el lugar de la tragedia, en la que murieron 110 personas y 197, según cifras oficiales, están desaparecidas.
Los sobrevivientes no han bajado los brazos y, pese a las advertencias del riesgo por lo inestable del lugar, han entrado todos los días a cavar en sus casas sepultadas apoyados por maquinaria prestada por empresas privadas.
Un pastor evangélico recorrió este miércoles la comunidad para orar por los pobladores, que temen que el lugar sea declarado pronto como un camposanto, una decisión que implica desistir de la búsqueda de los desaparecidos.
Mientras, el Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumen) sigue alertando sobre el descenso de material volcánico.
La Conred indicó que a diez días de la catástrofe, 3.652 personas siguen resguardas en 18 albergues de Escuintla, Sacatepéquez y Suchitepéquez.
Damnificados consultados han asegurado que no abandonarán los cuerpos de sus seres queridos por lo cual están dispuesto a comenzar cada día, desde las 6 de la mañana las arduas tareas de búsqueda.
Contenido relacionado
> Esmeralda, la bebé cuyo rescate dio esperanza ante la angustia por la erupción del Volcán de Fuego
> Ejecutivo planea construir mil casas para sobrevivientes por erupción volcánica
> Autoridades reconocen que no tienen un censo de la población afectada por la erupción del Volcán de Fuego