EDITORIAL

Nueva visita, en momentos difíciles

La última vez que un vicepresidente de Estados Unidos visitó Guatemala este país pasaba por una de sus peores crisis a causa de la corrupción, hacia marzo del 2015. Al llegar Joe Biden, las denuncias e investigaciones sobre uno de los casos más emblemáticos del gobierno patriotista, La Línea, estaban bastante avanzadas y fue cuestión de semanas y la pareja gobernante dejó el poder, en el peor terremoto político de los años recientes.

En aquella ocasión, Biden habría pedido que durante su visita no estuviera presente en ninguna actividad la vicepresidenta Roxana Baldetti. Además, como lo reconocería ya desde la cárcel Otto Pérez Molina, se le exigió que su administración debía aprobar sin demoras la prórroga de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, pues de lo contrario se reduciría en forma drástica la ayuda económica.

Al final, ambos gobernantes dejaron el cargo, las cosas cambiaron muy poco y hoy, en una nueva etapa de incertidumbre gubernamental, llega al país Mike Pence, vicepresidente a su vez de un gobernante estadounidense díscolo e imprevisible.

El vicegobernante de Estados Unidos inicia hoy una gira por Latinoamérica, donde se reunirá con los presidentes de Ecuador, Brasil y Guatemala, para pedirles, según informaciones provenientes de Washington, acrecentar las presiones sobre el gobierno de Nicolás Maduro, uno de los regímenes más impresentables del continente.

En Guatemala, durante su permanencia, Pence visitará a los damnificados por la erupción del Volcán de Fuego, por ser, además, Estados Unidos uno de los países históricamente más solidarios con estas causas. También porque su posición de liderazgo mundial le permite tener recursos y en un desarrollo innegable en la atención de víctimas de desastres naturales. Este es el caso de quienes sufrieron severas quemaduras con el material volcánico y reciben tratamiento en hospitales estadounidenses, tal y como lo hicieron con las niñas del Hogar Virgen de la Asunción.

Respecto de las dos razones conocidas para su visita a nuestro país, solidaridad con las víctimas y acrecentar la presión sobre Venezuela, eso sería demasiado rutinario y seguramente se sepa algún tiempo después cuál haya sido el principal motivo. En el caso venezolano, Estados Unidos no necesita ninguna presión sobre el gobierno guatemalteco, pues su total disposición a satisfacer los requerimientos de Trump lo hacen totalmente innecesario.

Es muy probable que Pence también traiga entre los puntos de su agenda en Guatemala insistir en el mensaje de que se deben redoblar los esfuerzos en la lucha contra la corrupción, porque desde las históricas protestas de abril del 2015 y la renuncia de dos de los gobernantes más impresentables de nuestra historia, muy poco ha cambiado y más bien continúan los esfuerzos y erogación de millonarios recursos por interferir en la política exterior de Estados Unidos.

Son mucho más importantes las prioridades de Estados Unidos en materia de seguridad y desarrollo y muchas las debilidades de nuestro lado como para no pensar que con Pence llega un nuevo tirón de orejas a los gobernantes de turno.

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