Al combate, hay que sumar la primera carrera de la temporada de Fórmula E, que fue en Riad el pasado noviembre, y los planes de organizar una nueva carrera de F1 allí.
BBC NEWS MUNDO
Joshua vs Ruiz: qué es el “sportswashing” y por qué acusan a los boxeadores del “Choque de las dunas” de prestarse a esa práctica
Existen muchos grandes eventos deportivos en Arabia Saudita: por ejemplo, la pelea de Anthony Joshua contra Andy Ruiz tiene atento al mundo del boxeo este fin de semana.
La pelea Ruiz-Joshua está siendo llamada: el html5-dom-document-internal-entity1-quot-endChoque en las dunashtml5-dom-document-internal-entity1-quot-end. (Foto: Getty Images)
También se anunció recientemente que la Supercopa de España, con el nuevo formato de cuatro equipos también se celebrará en Arabia Saudita durante los próximos tres años.
Una decisión que ha sido muy criticada, con la ministra española de Deportes en funciones, María José Rienda, diciendo que el gobierno no apoyaría la celebración de competencias “en países donde no se respetan los derechos de las mujeres”.
Una declaración clave para entender cómo y por qué Arabia Saudita es el último país en ser acusado de “sportswashing“ o “blanqueo de imagen deportivo”: la práctica de usar eventos deportivos para cambiar la percepción pública de un país.
Término nuevo, estrategia antigua
El término “sportwashing”, que combina las palabras en inglés “sport” (deportes) y “washing” (lavar), fue acuñado en 2015.
Pero entonces se usaba para Azerbaiyán, país con riqueza petrolera pero también un historial de violaciones de derechos humanos.
Ese año, después de haber patrocinado al Atlético de Madrid, Azerbaiyán apostó por mejorar su imagen con el deporte.
Invirtieron dinero en la organización de los “Juegos Olímpicos Europeos” y un año después organizó su primera carrera de Fórmula 1, inicialmente bajo el nombre de Gran Premio de Europa pero luego simplemente se llamó el Gran Premio de Azerbaiyán.
Bakú también se hizo con la final de la Liga Europa 2019.
Y ahora, cuando se busca el nombre del país en internet, te encuentras, por ejemplo, éxitos de la F1 o de atletismo, haciendo que las violaciones de los derechos humanos bajen de posición.
Cuando el nombre del país aparece en las noticias, suele ser más en el contexto de grandes eventos deportivos y figuras de alto perfil.
Y, sutilmente, esperan los estrategas, ver a estas figuras jugando en ese país transmite al público la señal de que las cosas no pueden ser tan malas allí.
La palabra puede ser nueva pero la práctica no. La Sudáfrica del apartheid participó en muchos esfuerzos para organizar eventos deportivos, incluido una carrera de F1 en la década de 1980 que fue muy controvertida.
Deporte en vez de abusos
Ahora, según sugiere Amnistía Internacional, Arabia Saudita está haciendo lo mismo. La organización defensora de los derechos humanos no quiere que pase a un segundo plano el historial “abismal” de ese país.
Se han implantado fuertes restricciones a la libertad de expresión y a los derechos de las mujeres, al igual que el uso de la pena de muerte para delitos no reconocidos como crímenes por el derecho internacional.
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi dentro de la embajada de este país en Turquía también ocupa un lugar destacado en la conciencia mundial.
Los sauditas tal vez esperan que, a través del deporte, la gente piense menos en estas cosas y más en los grandes momentos deportivos cuando escuchen las palabras “Arabia Saudita”.
La teoría dice que el “sportwashing” funciona particularmente bien por dos razones.
Primero, está el hecho de que la mayoría de los organismos que rigen el deporte insisten en que sus eventos son apolíticos.
La separación del deporte y la política es intrínseca para muchos de ellos. La FIFA castiga a los países donde el gobierno intenta desempeñar un papel en la federación de fútbol de la nación, hasta el punto de vetarlos de torneos.
Esto hace que resulte atractivo para las naciones donde el debate político es limitado. Existe una presión activa de organizaciones como la FIFA o el Comité Olímpico Internacional para que los temas controvertidos se mantengan alejados de sus eventos.
El COI fue muy cauteloso con las protestas pro-Tíbet en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, por ejemplo. Y a los suizos Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, la FIFA casi los suspende por celebrar goles contra Serbia con un gesto que imitaba la bandera albanesa en el Mundial de 2018.
El efecto Streisand
La segunda razón es que, si bien los temas controvertidos se mencionan mientras se prepara un evento, una vez que este comienza, el enfoque inevitablemente se pone en el deporte y eso no cambia.
El gran volumen de historias, una Copa del Mundo tiene hasta cuatro partidos cada día, lo que significa que no hay oportunidad para que los periodistas se concentren en otra cosa.
Las historias sobre protestas en Brasil por el costo de los Juegos Olímpicos de Río 2016, por ejemplo, desaparecieron una vez que el evento empezó. Simplemente, había demasiadas cosas ocurriendo a la vez.
Amnistía Internacional dijo que Anthony Joshua está siendo “engañado” al aceptar pelear en Arabia Saudita y agregó que “cualquiera que haya criticado al régimen ha sido exiliado, arrestado o amenazado”.
“No hay nada parecido a libertad de expresión o derecho a protestar”, denuncia AI.
Pero Joshua respondió que, si bien le daba las gracias a los grupos de derechos humanos que “expresaban su opinión”, sentía que era mejor interactuar con el régimen que simplemente “acusar, señalar con el dedo y gritar desde Reino Unido“.
Añadió que un hombre no podía “ponerse una capa y salvar al mundo”.
Pero, solo el hecho de que Joshua tenga que responder preguntas como esas ya es algo que los organizadores de la pelea quizás no hubieran querido.
Es posible que al tratar de hacer “sportwashing”, los países terminen creando su propia versión del efecto Streisand, por el cual terminan llamando la atención sobre lo que estaban buscando esconder.