Las principales redes sociales, con Facebook y Twitter a la cabeza, han desarrollado reglas más estrictas para las publicidades políticas, tras las críticas recibidas por su “laxitud” ante la proliferación de informaciones falsas durante la campaña electoral estadounidense de 2016. En muchos casos, los mensajes fueron publicados por “bots” (cuentas automáticas) o desde cuentas en Rusia.
En febrero, la justicia estadounidense inculpó a 13 ciudadanos rusos por haber participado en “una guerra de información” contra Estados Unidos en las redes sociales, para favorecer a Donald Trump ante su contendiente Hillary Clinton en 2016.
El fiscal especial Robert Mueller encabeza desde hace más de un año una investigación para determinar si el equipo de campaña de Trump se asoció voluntariamente con responsables rusos para favorecer la elección del millonario, algo que Trump niega.
“Twitter se está deshaciendo de cuentas falsas a una velocidad récord”, escribió el sábado el presidente estadounidense en la red social que usa a diario, a la vez que se preguntó si el New York Times y el Washington Post, dos diarios a los que ataca con frecuencia por la cobertura de sus políticas, harán parte del lote.
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