FLORESCENCIA
Palo Grande
A18 horas de camino en vehículo desde la capital se encuentra la aldea Palo Grande, en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, la cual está cerca de Cocolá Grande en donde mi familia y yo trabajamos por temporadas en la década 1980.
Volví a Palo Grande, más de 30 años después, debido a que impulsamos un proyecto de educación en Cocolá, el cual puede beneficiar no solo a los estudiantes de allí sino de poblados vecinos, los cuales se aprovechó a visitar.
Ahí está lo que quiero contarles: me sorprendió tanto encontrar a Palo Grande en las mismas condiciones como cuando fue reubicada por los militares durante el conflicto armado, a fin de evitar que se refugiara allí la insurgencia. La trasladaron de su localización original a la cima de un cerro. Casitas desperdigadas a las cuales se llega por caminos peatonales. La carretera es solo accesible para vehículos de doble tracción y los líderes de esta aldea nos comentaron que las pocas veces que llegan autos a este lugar remoto es cuando los vecinos son llevados por algún candidato a centros de votación en la época de elecciones, a cambio de algunas promesas que, evidentemente, siguen sin cumplirse.
Me conmueve confirmar que nuestra Guatemala es tierra fértil para la agricultura y para la tecnología, pero las circunstancias del abandono de nuestra gente en áreas remotas y rurales la hace también fértil para la demagogia, el populismo y los infames propósitos de personas sin escrúpulos, quienes lejos de ser servidores públicos, procuran solo sus propios intereses bajo el marco de una práctica política mezquina que se aprovecha de la sencillez, el aislamiento y las necesidades de estos guatemaltecos.
En el campo, sobrevivir con tan solo 10 quetzales al día no brinda tranquilidad. Eso es violento, es fatal, es inhumano. Pero aún así, la gente no se da por vencida. Tienen sueños, esperanzas, proyectos.
Los pobladores de comunidades como Palo Grande no necesitan que ningún candidato venga a decirles que el Estado los tiene abandonados. Lo padecen a diario. No tienen acceso a centros de salud y buena nutrición, no cuentan con posibilidades de mejor educación, base para el desarrollo, y carecen de servicios básicos como el agua y la electricidad. Yo nací justamente en una de estas aldeas bajo condiciones similares y puedo decir que el primer sueño de desarrollo no es “irse al Norte”. Emigrar a Estados Unidos es la última opción de sobrevivencia y desarrollo. Pero una y otra vez en estos lugares, la esperanza es lo último que se pierde y personas sin escrúpulos se aprovechan para ofrecer lo que no van a cumplir.
En Palo Grande pude enterarme de que los padres de familia sí desean que sus hijos tengan educación secundaria o diversificado, pero con tantas carencias resulta que hasta tienen que pagar Q20 o Q30 por alumno —que no tienen— para sufragar un maestro. Ahora comprendo porque cuando vivíamos en Guatemala, lo más que podíamos añorar era llegar a sexto grado de primaria, lo cual se convertía en la culminación de nuestra educación. Pero eso debe cambiar, porque el primer paso para un sueño de nación está en la educación creciente. Ahora en Cocolá Grande, gracias a XumaK, que impulso el proyecto Café Con Causa y a las personas y empresas que ya lo consumen, hemos abierto el primer instituto de diversificado que es gratis en todo el municipio de Santa Eulalia. Ya los jóvenes de Palo Grande tienen una opción para estudiar sin costo. La misma que debieron tener hace décadas, pero que fue bloqueada por las riñas políticas y la corrupción.
Sin embargo, tengo fe de que con el apoyo de la comunidad de Café Con Causa haremos de Palo Grande, Cocolá Grande y aldeas circunvecinas un modelo luminoso del futuro.