El disparo le había seccionado la columna. “Básicamente, estaba partido en dos”, había dicho el médico español que sería el autor del milagro científico.
“Estaba confinado a vivir entre dolores tumbado en una cama”, resalta el diario, que enfatiza que tanto los médicos guatemaltecos como especialistas de Estados Unidos le hicieron a Wilmer perder toda la esperanza.
Desnutrido y con neumonía, la Fundación Pequeños Hermanos le ayudó a salir adelante y a estudiar con esmero hasta llegar a la universidad y especializarse en administración de empresas.
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Sin embargo, los dolores arreciaron en el 2015, cuando después de varias evaluaciones los médicos le indicaron que no había posibilidades de practicarle operación alguna, ni en Guatemala ni en Estados Unidos, debido a que una de las úlceras no le había cerrado aún en el sacro.
El guatemalteco dejó sus estudios y se resignó a lo peor, cuando apareció una enfermera española que conocía a un médico cirujano de ese país altruista y experto que ya había logrado varios “milagros” en otros pacientes.
Nueva vida
El cirujano Pedro Cavadas operó con éxito en España al guatemalteco y ahora Arias, que había quedado tetrapléjico, puede sentarse por sí y solo sin dolor.
Fueron dos operaciones calificadas como “increíbles” por todo el personal médico y por el propio joven: una buscaba reconstruir la columna en un punto en el que estaba completamente separada de la pélvis debido a una infección masiva que también debería ser limpiada en otra intervención.
La doble operación tardó ocho horas en la que se logró unir la columna a la pelvis por medio de la transferencia de huesos tomados del peroné y piel de la pierna. Todo resultó en éxito.
“Era una infección masiva con pérdida de la parte inferior de la columna y de la pelvis. Estaba partido en dos. Eso es diferente a una úlcera sacra. Le obligaba a estar en cama todo el día y había una situación de riesgo vital porque podía sufrir una meningitis y morir”, había advertido el médico.
“Han sido tres meses de camino difícil y doloroso. El médico no se rindió y yo tampoco, porque tengo ganas de seguir viviendo y hacer grandes cosas”, explicó, por aparte, Arias, quien tras la recuperación espera retomar sus estudios, para “ayudar a quien lo necesite y devolver lo que han hecho por mí”.
En 2016 Cavadas también operó con éxito y sin cobrar nada a una mujer deshauciada de Marruecos de 38 años a quien un gigantesco tumor le había invadido la cara.
“Después de la operación, cuando vi mi cara lloré de la felicidad”, declaró después la marroquí, a quien le llamaban “la mujer elefante”.