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Sin embargo, la mayoría republicana en el comité de inteligencia de la Cámara Baja votó en contra de esa solicitud demócrata, y el presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Corker, anunció también hoy que no planea exigir a Gross que les entregue sus notas del encuentro.
“Si empezamos a exigir las notas de los traductores, creo que estamos sentando un precedente que simplemente no es adecuado, a no ser que se haya cometido algún crimen”, dijo Corker a periodistas.
Pero el senador no descartó que pueda cambiar de opinión en los próximos días, y apuntó que primero quiere ver si los senadores pueden obtener más información sobre el encuentro “por los canales normales”, durante una audiencia programada para el próximo miércoles con el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo.
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Aunque es común que el Congreso emita citaciones para forzar el testimonio de funcionarios, exfuncionarios u otros ciudadanos estadounidenses, el Departamento de Estado no está al tanto de ningún caso pasado en el que uno de sus intérpretes haya debido testificar sobre uno de los encuentros en los que han trabajado.
“No hemos podido encontrar ningún precedente”, confirmó este miércoles la portavoz de ese departamento, Heather Nauert.
El carácter inusual de esa solicitud ha aumentado la presión sobre Gross, pero la traductora ha logrado hasta ahora mantener su privacidad y se conocen muy pocos detalles sobre ella.
Los medios de comunicación han difundido fotografías de la intérprete junto a la ex primera dama Laura Bush (2001-2009), y con el exsecretario de Estado Rex Tillerson durante su visita a Moscú en abril del año pasado.
“Es (una profesional) absolutamente fantástica”, dijo sobre ella Michael McFaul, que fue embajador estadounidense en Moscú entre el 2012 y el 2014, en un mensaje en su cuenta de Twitter.
Incluso si Gross tiene notas del encuentro, es probable que no estén completas, dado que su objetivo sería traducir la conversación entre los presidentes, y no crear un registro de esa interacción.
John Beyrle, que fue embajador estadounidense en Rusia entre 2008 y 2011, aseguró a la cadena CNN que era probable que los asesores de Trump en política exterior hubieran hablado ya con la traductora para “tener una idea de lo que pasó en esa reunión”.
En cualquier otro Gobierno, recurrir al intérprete parecería una opción ridícula pudiendo preguntar al propio presidente, pero el sistema de comunicación entre la Casa Blanca, las agencias gubernamentales y el Congreso de EE.UU. no parece seguir las reglas habituales bajo el mandato de Trump.
Según el diario The Washington Post, altos funcionarios del Pentágono siguen tratando de averiguar cuáles son los supuestos “acuerdos verbales” que, de acuerdo con el embajador ruso en Estados Unidos, Anatoli Antónov, alcanzaron Trump y Putin en su cita.
Y el director nacional de Inteligencia de EE.UU., Dan Coats, reconoció hoy que no sabe de qué se habló en la reunión del lunes.
“No sé lo que ocurrió en ese encuentro”, admitió Coats durante el foro de seguridad de Aspen.
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