FLORESCENCIA

Caminos

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“¡Guatemala, ya cambió! ¡Guatemala, despertó!” Fueron dos consignas que marcaron las protestas ciudadanas de indignación y demanda de justicia ante la histórica corrupción e impunidad sistémica imperante en el país. Sin duda, un parteaguas entre la parálisis y el despertar de la conciencia social detrás del deseo de un cambio profundo en nuestra patria.

Tres años han pasado desde las históricas concentraciones multitudinarias en La Plaza y desde entonces existe una mayor vigilancia, reacción y presión desde distintos medios de fácil acceso, principalmente, las redes sociales y medios digitales de información.

Sin duda, debemos reconocer que a pesar del despertar de la conciencia social, existe una falta de urgencia para hacer los cambios políticos y legislativos necesarios para cambiar el rumbo del país y esto son motivos de frustración e impotencia. Especialmente cuando la mayoría de los que tienen en sus manos impulsar los cambios quienes son parte del viejo sistema, perderían sus privilegios.

Frente a esto, ¿Qué podemos nosotros los ciudadanos responsables y conscientes hacer? ¿Realmente se puede hacer algo? Un rotundo, ¡Claro que sí! Antes que nada, es importante entender que no son los políticos los únicos con posibilidad de promover los cambios, sino que somos los ciudadanos los que podemos conducir por mejores caminos al país.

Pienso que para lograrlo, tenemos dos caminos. Uno de largo y otro menos. El trecho de corto plazo lo constituimos nosotros, las generaciones adultas que asistimos al despertar. Los que, aún con las limitaciones para lograr un verdadero ejercicio ciudadano, debemos seguir presionando, exigiendo y denunciando a los políticos actuales para propiciar las reformas necesarias.

Por otra parte, el sendero de largo plazo constituye la mejor apuesta que debe tener el país y es: la educación. La mejor vía y herramienta del cambio es la educación. Es obvio. Y es que, solo a través de ella, siempre y cuando sea un sistema de calidad, pertinente y universal, lograremos la formación de una nueva ciudadanía. El ciudadano aporta al país desde cualquier ámbito y su amor por la patria es lo que conduce su camino. Ciudadanos políticos con esta visión son los que necesitamos.

Sin duda, priorizar la educación, lograr que escale estándares de calidad y llevarla a los lugares donde hoy no llega, es un enorme desafío. En medio de ese reto, mi propuesta es que se priorice el área rural; las regiones más recónditas, donde hoy el Estado no llega. La niñez y la juventud de las comunidades remotas necesitan de la escuela y ser partícipes de la ciudadanía. Para hacer esto posible, es clave, la contribución de los ciudadanos que tienen acceso a estos lugares remotos; como por ejemplo, los comerciantes de áreas rurales.

Para quienes anhelamos el cambio y un mejor país, está la posibilidad de hacer alianzas tripartitas: pequeños empresarios (sector privado), Ministerio de Educación y comunidades, para llevar la educación hasta donde solo la institucionalidad pública no tiene capacidad para llegar.

La cooperación pública privada en educación dan frutos. Lo digo por experiencia. Con mi empresa hemos logrado buenos resultados a partir de varias experiencias de alianzas con el Mineduc y en las comunidades donde ahora llega la educación se construyen laboratorios de computación para que los niños y jóvenes también tengan acceso a la tecnología y las herramientas actuales para su formación; se amplía la cobertura educativa no solo a nivel primaria, sino también secundaria y diversificado.

Sin dejar de demandar los cambios necesarios hoy, apostemos por la educación para que la transformación sea sostenible en el tiempo.

MarcosAntil.com

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