Puntos de inflexión
Los científicos describen 10 aspectos distintos del “sistema Tierra” que actualmente son neutros o beneficiosos pero que podrían volverse nefastos, provocando más emisiones de CO2 y de metano hacia la atmósfera que todas las actividades humanas combinadas.
Por si se lo perdió: El 2017 fue uno de los más calurosos jamás registrados
Estos puntos de inflexión están vinculados a unas temperaturas más allá de las cuales la liberación de estos gases sería inevitable. “Cuando se alcanza un umbral crítico, el proceso de reacciones se automantiene”, señala el estudio, que expresa preocupación porque la Tierra pueda acercarse a un umbral que la condene a convertirse en un horno.
“Pozos de carbono” debilitados
Los bosques y los océanos absorbieron en las últimas décadas más de la mitad de las emisiones de carbono.
Pero los bosques se achican y los océanos dan muestras de saturación de CO2, según estudios recientes. Su papel de esponja podría debilitarse.
Permafrost
El metano y el CO2 atrapados en el permafrost, la parte del suelo permanentemente congelado en Rusia y Canadá, equivale a unos 15 años de emisiones humanas.
En caso de que se descongele, los gases liberados -actualmente en una cantidad insignificante- acelerarían el calentamiento, liberando aún más gases.
De forma similar, los hidratos de metano, compuestos en apariencia de hielo y presentes en los fondos marinos, también son vulnerables al cambio climático, pero los científicos no saben a qué ritmo. Se sospecha que se encuentran en el origen de episodios rápidos de cambio climático ocurridos hace varios millones de años.
Declive de las selvas
Un calentamiento de 3ºC podría condenar a la larga al declive del 40% de las selvas amazónicas, según un reciente estudio.
Y los incendios, que no se tienen en cuenta en este modelo, podrían acelerar esta destrucción susceptible de liberar a la atmósfera miles de millones de toneladas de CO2.
Menos banquisa
El espejo blanco helado del hielo marino reenvía el 80 por ciento de los rayos de Sol. Pero con el derretimiento de este hielo marino, el océano que lo remplaza absorbe el 80 por ciento de las radiaciones, acelerando el calentamiento.
En el Ártico, el primer verano sin esta banquisa está previsto antes de mediados de siglo. La situación podría repetirse cada cuatro años en un mundo a +2ºC de temperatura respecto a la era preindustrial.
Casquete glaciar
Los científicos concuerdan en que existe una temperatura de equilibrio más allá de la cual los casquetes glaciares que recubren la Antártida oeste y Groenlandia se fundirán. Pero sus estimaciones sobre esta temperatura varían entre +1°C y +3°C.
Otra cuestión a saber es el tiempo que le llevará a estos casquetes fundirse, liberando volúmenes enormes de agua dulce en los océanos.
Las consecuencias serían devastadoras: dos tercios de las grandes ciudades están instaladas a menos de 10 metros por encima del nivel del mar, al igual que las planicies agrícolas que las alimentan.
El derretimiento del hielo de la Antártida occidental y de Groenlandia conduciría a un aumento del nivel del mar de 13 metros. El casquete de la Antártida oriental, más sensible al calentamiento climático de lo que se creía, representa potencialmente 12 metros más.
Efecto dominó
Según los autores del estudio, todos los mecanismos están interconectados, y uno podría desencadenar otro, y así sucesivamente.
“Estos acontecimientos en cascada podrían llevar al sistema Tierra en su conjunto a un nuevo modo de funcionamiento”, señala Hans Joachim Schellnhuber, coautor y director del Potsdam Institute for Climate Impact Research, quien previamente había estimado que una Tierra a +4 o +5°C no podría albergar a más de 1.000 millones de personas.
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