Hasta la semana pasada, 99 mil 172 guatemaltecos habían sido retornados al país de EE. UU. y México, un 7 por ciento más que todo el 2018, año en que la cifra de deportados de los dos países llegó a 92 mil 524.
Del total de retornados hasta el viernes pasado, 52 mil 503 provenían de EE. UU. y 46 mil 669 de México; además, se contaban 14 mil 566 mujeres y 17 mil 156 menores de edad, de los cuales dos mil 356 viajaban sin ninguna compañía.
Hasta antes del año pasado, con 51 mil 157 guatemaltecos retornados desde EE. UU., el 2014 era el año con más deportaciones, cifra que se superó en el 2018 cuando se contabilizaron 51 mil 376 retornos; sin embargo, ahora será el 2019 el año con el récord.
Mientras que desde México, este año será el tercero con más deportados, detrás del 2015 y 2016.
¿Qué ha pasado?
Los números reflejan un año que ha sido marcado por el endurecimiento de las acciones antimigratorias del gobierno estadounidense, después del fallido intento de disuadir la llegada de centroamericanos con medidas como Tolerancia Cero que incluyó la separación familiar, algo calificado de “cruel” e “inhumano” por grupos promigrantes.
Aunque el número de guatemaltecos que llegó a la frontera sur disminuyó paulatinamente durante el 2019, la oficina de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE en inglés) reportó un aumento de 9% en el número de deportaciones de connacionales, y al final del año fiscal de aquel país (del 1 de octubre del 2018 al 30 de septiembre último), 54 mil 919 personas originarias de Guatemala fueron removidas de EE. UU. de un total de 267 mil 258.
Erick Maldonado, ex vicecanciller
Es decir, Guatemala fue el segundo país con más de sus ciudadanos expulsados de EE. UU. solo detrás de México.
“Es un hecho, la persecución se ha endurecido y eso se vive día a día. Hay una preocupación diaria de las personas, que no saben si al salir de casa van a regresar y si volverán a ver a su familia”, expuso Guillermo Castillo guatemalteco que trabaja en la organización Cooperación Migrante en EE. UU.
Castillo indicó que el “el muro mas alto” construido por el gobierno de EE. UU. está en las cortes de inmigración que cada vez niegan más casos de asilo, con el argumento de que las personas no clasifican a ese beneficio porque huyen de la violencia general y no son perseguidas por motivos políticos, de raza, etnia, religión u orientación sexual.
Por ese motivo, explicó Castillo, cada vez es más difícil calificar a esa protección.
Además, el líder migrante expuso que las entrevistas para optar a residencia del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. se han alargado y endurecido, y por si eso fuera poco las tarifas para aplicar a esos procedimientos han aumentado.
Esas acciones, a criterio de Castillo, han contribuido a que aumente significativamente el número de deportaciones desde EE. UU.
“La gente tiene necesidad de ir a trabajar y al salir hay preocupación de si los van a detener por no tener licencia de conducir y si los llevarán detenidos a la prisión local y después a ICE”, añadió.
También desde México
Como el número de migrantes que llegaron durante el 2018 a EE. UU. no descendía, a pesar de Tolerancia Cero, así como de la muerte de varios niños migrantes mientras estaban en custodia de la Patrulla Fronteriza, el gobierno estadounidense se enfocó en su sistema de asilo para cortar el flujo de centroamericanos, lo cual le dio resultados.
En primer lugar, acordó con México el envío a sus ciudades fronterizas de requirentes de asilo en lo que se conoce como la política Quédate en México.
A su vez este país, luego de ser amenazado por EE. UU. de gravar sus exportaciones, accedió a desplegar a miles de efectivos de la Guardia Nacional para interceptar el paso de migrantes.
En ese sentido, México ha deportado hasta el 9 de diciembre pasado a 46 mil 669 migrantes, cinco mil 521 más que el total del año pasado, mientras que del resto de Centroamérica ha devuelto a 83 mil 118 personas.
Además de México, la potencia mundial también firmó acuerdos con Guatemala, Honduras y El Salvador para que estos países se hicieran cargo de los migrantes cuyo fin era solicitar protección en EE. UU.
Negociación de mujeres
A decir del ex vicecanciller y analista en temas migratorios Erick Maldonado, el número creciente de deportaciones desde EE. UU. demuestra que los convenios firmados con ese país no han beneficiado a los guatemaltecos, mucho menos a los que radican en EE. UU. o que llegaron a su frontera sur, muchos de los cuales, incluso, fueron víctimas de violaciones de sus derechos humanos.
Para Maldonado, el 2019 fue un año de deterioro para la seguridad de los migrantes. “Con los acercamientos que ha tenido Estados Unidos con Guatemala y los convenios firmados no se ha evidenciado ningún beneficio real para el país”, subrayó.
En cuanto a las deportaciones desde México, el analista precisó que “para nadie es un secreto” que, “como Estados Unidos lo ha exigido y presionado”, la frontera sur de este país se trasladó al sureste mexicano, lo que se ve reflejado en un creciente número de centroamericanos que son retornados.
Centroamericanos
Este año también pasará a la historia como el primero en que son deportados a suelo guatemalteco migrantes hondureños y salvadoreños, medida que quedo plasmada en el Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA), firmado en la Casa Blanca el pasado 26 de julio por funcionario de los gobiernos de Guatemala y EE. UU.
Según el convenio, si un ciudadano de Honduras o El Salvador llega a EE. UU. para solicitar asilo se le envía a Guatemala para que este país se haga cargo de darle protección.
Si a su arribo a suelo guatemalteco el migrante prefiere no solicitar asilo es devuelto a su país de origen, en una especie de deportación con escala.
Desde el pasado 21 de noviembre cuando arribó el primer migrante bajo el programa ACA, hasta la semana pasada el Instituto Guatemalteco de Migración daba cuenta que 24 ciudadanos entre hondureños y salvadoreños llegaron al país y apenas dos solicitaron asilo al estado de Guatemala.
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