EDITORIAL

La incertidumbre llega al Ejecutivo

La integración de la comisión pesquisidora para analizar el trámite de antejuicio contra el presidente Jimmy Morales abre una nueva etapa de su administración y debería ser aprovechada para hacer un balance sereno sobre su gestión, sumamente ruidosa porque el mandatario también ha enfrentado otras denuncias y parientes muy cercanos se encuentran en las mismas circunstancias, librando su propia batalla judicial.

Quizá una de las más importantes reflexiones deba girar en torno a esa pugna con la justicia, que ha demeritado los esfuerzos gubernamentales en la lucha contra la corrupción y deben ser replanteados por ser Morales uno de los presidentes más débiles, o el más débil, en la historia política nacional.

Nunca ha sido parte de un partido. La agrupación que lo postuló triunfalmente tampoco tenía tradición partidaria y más bien esa mezcla de conveniencias fue vista como un aprovechamiento mutuo, pero también de ingenuidad, lo cual profundizó desde el principio la precariedad de su administración.

El presidente tampoco pertenece a ningún grupo de poder, por lo que ya debería tener claro que muchos de quienes lo rodean lo están instrumentalizando para obtener beneficios, pero en el corto plazo le acarrearán mayor desprestigio, pues el uso y abuso de los cargos se está dando en doble sentido y una minoría resulta ser la usufructuaria.

Al final de su mandato, si no ocurre nada imprevisto antes, el presidente entrará en una de las más solitarias etapas de su existencia, pues todo el barullo que hoy existe a su alrededor dejará de tener sentido cuando ya no goce de esa alta investidura. Después se esfumarán muchos, porque serán muy pocas las amistades, si alguna vez existió alguna. Muchos otros ya estarán en búsqueda de nuevas palancas de poder, como ha ocurrido en varias ocasiones durante la historia reciente, repleta de tránsfugas y de otros malandrines de la política nacional.

La evaluación para que sea despojado de su inmunidad apenas empieza para Morales, y aunque seguramente la comisión pesquisidora recomendará retirarle ese derecho, porque ha sido el paso lógico en casos anteriores, pocas dudas caben de que el pleno del Congreso buscará mantenérselo. Esto solo aplazará su cita con la justicia, pues es inevitable que ahora, o en pocos meses, Morales la enfrente para esclarecer el manejo de millonarios recursos recibidos cuando era secretario general del partido FCN-Nación.

Esa agrupación igualmente está en vías de ser cancelada por las autoridades electorales y tampoco tiene ninguna fidelidad hacia el mandatario, al coincidir ambos en un momento histórico para acceder al loteriazo electoral producto del rechazo a Sandra Torres, pero todo eso también está muy próximo a desaparecer, así como ocurrirá con quienes hoy le endulzan el oído.

Ese cúmulo de debilidades pone en perspectiva el uso de la figura presidencial por quienes han pretendido frenar los esfuerzos contra la corrupción, empujando al presidente a tomar medidas impopulares, en claro divorcio con la ética pública y contra todo sentido de justicia, lo cual ni siquiera se solucionará con la protección del Congreso, pues tampoco sus aliados podrán hacer desaparecer las causas.

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